Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#62
A Zaide se le escapó una carcajada.

Tú… ¿jodiste a Nathifa?

Seguramente Daigo no lo supiese, pero Zaide había estado en aquella prisión. Tirado en una celda mugrienta, como preso. Por meses. Fue allí donde se desintoxicó del omoide. Escondido y olvidado, hasta que Dragón Rojo dio con él. Hasta que Kaido dio con él.

Conocía bastante bien lo que Nathifa tramaba. No había que ser un genio, después de todo. El sello maldito que había elaborado solo podía significar una cosa, y la guerra en la que estaba metida ahora lo demostraba: quería un ejército de criminales. A su completo mando. Y era una mujer con el suficiente orgullo y odio como para pagar por la cabeza de alguien que había ayudado a escapar a uno de sus presos.

La cuestión era, ¿seguiría viva cuando llegasen allí? Y, ¿realmente podría malgastar el dinero en un momento como aquel?

Supongo que merece la pena intentarlo —respondió a Yota. Después de todo el trabajo que le habían dado, irse con las manos vacías era un insulto—. Respecto a qué pasará contigo… Bueno, he aquí la cuestión. Vosotros los kusajines no dejasteis de recordarme el monstruo que soy en esta última semana. Y estoy pensando, si soy cómo decís que soy, ¿no debería entregar a Daigo, cobrar la pasta, y simplemente tirar tu cadáver a un foso, Yota?

Miró a Yota. Luego a Daigo. Por primera vez estaban colaborando con él. Dándole opciones. Quizá… ¿Quizá debería contarles lo que verdaderamente quería sacar de ellos? ¿Quizá le diesen alguna buena idea, como con el País del Viento? Supuso que no le haría daño intentarlo. Después de todo, Kintsugi se iba a enterar de su segunda demanda muy pronto. Y esta vez, con algo más en juego que dos de sus peones.

Dejadme que os saque de un error, kusajines. Yo no he pedido sesenta mil jodidos ryōs para comprarme una mansión y meterme hasta el culo de omoide. He pedido sesenta mil para poder seguir en el tablero. ¿Entendéis lo que os digo?

Oh, sí, había logrado la caída de unos cuántos Daimyōs. Pero, ¿de qué había servido? La Espiral había conseguido su República, sí. Probablemente había acelerado el proceso, pero, en palabras de Hanabi, iba a llegar igualmente. En su momento no había querido darle crédito. Ahora, no le quedaba más remedio que admitir su error. ¿Respecto al resto de países? Salvo por el Viento, los sucesores habían cogido el sombrero, nada o poco impresionados por su amenaza.

Necesitaba dinero para seguir en la lucha. También para cambiar de táctica. Simplemente asesinar a los Daimyōs no servía de nada si no estaba respaldado por algo más.

¿Queréis saber qué planeo? ¿Lo que de verdad tramo? Voy a mandarle un mensaje a Kintsugi. Una petición, no para mí, sino para el País del Bosque. Dicha petición contendrá una amenaza. Una lo suficientemente gorda como para que se le corte la carcajada que seguramente le provoquen las líneas anteriores. Vosotros solo fuisteis una prueba. Si pagaba, volveríais a vuestras villas y Kintsugi comprobaría que cumplo con mi palabra. Si no lo hacía, uno de vosotros llevaría la cabeza del otro hasta la villa y Kintsugi comprobaría… que cumplo con mi palabra.

¿Veían por dónde iba?

Ahora bien. ¿Qué fuerza, qué puto peso tiene mi amenaza si los dos os marcháis con vida? Le dije que os mataría a los dos si no pagaba y al día siguiente se entera que ni uno ni otro. Me tomaría por un farolero. Para más descojone, en cuanto se entere por tu arañita que amenacé a Daigo con matarte si intentaba algo, justo un minuto antes de que se me tirase al cuello… Bueno, ya van dos amenazas no cumplidas, ¿huh? Así que, ¿por qué iba a cumplir la tercera?

Quedaría como un pusilánime. Llegados a aquel punto de la vida, su reputación e imagen le importaban una mierda. Pero si no podía infundir el suficiente respeto, jamás lograría su objetivo.

Si te dejo vivir, Yota, Kintsugi se tomaría mi amenaza a la ligera. Y entonces… entonces el sacrificio de toda esa gente del Valle de los Dojos, esa que tanto os gusta recordarme a cada puto momento que abrís la jodida boca, habrá sido en vano.

»Y no pienso permitirlo. ¿Me oís? No. Pienso. Permitirlo.
[Imagen: Uchiha-Zaide-eyes2.png]
Responder


Mensajes en este tema
RE: ¡Doctor, no siento las piernas! - por Uchiha Zaide - 2/09/2021, 01:54


This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.