2/09/2021, 11:59
La pobre Sasu estaba tirada en el suelo, sentada y completamente en shock. Mientras, Maku se acercó a Lyndis para examinar la herida. Por suerte, la herida de senbon era casi completamente inocua, apenas sangraba y no parecía haber atravesado nada demasiado importante.
— Voy a cerrar y te busco un antídoto general, seguro que algo hará. Mi hija no tiene ni idea de venenos así que eso tienen que habérselo dado. — ni siquiera la miró.
Se giró hacia la puerta y entonces, todas se darían cuenta de que tenían compañía. Un hombre vistiendo una túnica completamente negra las observaba desde el marco de la puerta.
— No preocuparse, ya he cerrado yo. — a su lado yacía Lily, inconsciente.
Llevaba el pelo corto y de un color entre plateado y blanco, sus ojos eran de un gris fantasmal. Las mangas de su túnica colgaban como si nada las rellenara. Fuera de la túnica solo se veían sus pies, embutidos en sandalias.
— Sasu-chan, ¿acabas el trabajo o esperamos a mañana?
Lyndis distinguiría un movimiento extraño de las sombras justo antes de que Maku quedase inconsciente. La kunoichi seguía sin sentir absolutamente nada en su brazo y Sasu parecía haber recobrado medianamente la compostura al oír esa voz.
— K-Kage-san... — gimoteó Sasu.
— Remata el trabajo. — le ordenó a la chica — Zhaoren Lyndis, elige. Huye y mato a todos estos o deja que la chica te apuñale y les dejo vivir.
Ni siquiera contemplaba la opción de que la kunoichi le enfrentase.
— Voy a cerrar y te busco un antídoto general, seguro que algo hará. Mi hija no tiene ni idea de venenos así que eso tienen que habérselo dado. — ni siquiera la miró.
Se giró hacia la puerta y entonces, todas se darían cuenta de que tenían compañía. Un hombre vistiendo una túnica completamente negra las observaba desde el marco de la puerta.
— No preocuparse, ya he cerrado yo. — a su lado yacía Lily, inconsciente.
Llevaba el pelo corto y de un color entre plateado y blanco, sus ojos eran de un gris fantasmal. Las mangas de su túnica colgaban como si nada las rellenara. Fuera de la túnica solo se veían sus pies, embutidos en sandalias.
— Sasu-chan, ¿acabas el trabajo o esperamos a mañana?
Lyndis distinguiría un movimiento extraño de las sombras justo antes de que Maku quedase inconsciente. La kunoichi seguía sin sentir absolutamente nada en su brazo y Sasu parecía haber recobrado medianamente la compostura al oír esa voz.
— K-Kage-san... — gimoteó Sasu.
— Remata el trabajo. — le ordenó a la chica — Zhaoren Lyndis, elige. Huye y mato a todos estos o deja que la chica te apuñale y les dejo vivir.
Ni siquiera contemplaba la opción de que la kunoichi le enfrentase.