8/09/2021, 14:56
—¡Pero vamos a ver, cómo va a estar empalagoso, no seas sosa! —exclamó, mientras se afanaba en sacar ambos botes. A Suzaku no le pasó desapercibido que había ignorado el comentario sobre la mayonesa, pero lo dejó estar. Ella sabía lo que hacía si quería tirarse otra media hora en el cuarto de baño—. Pues claro que está bueno. ¿No quieres uno? Pues tú te lo pierdes~ —canturreó, abriendo el cajón y sacando un cuchillo de untar.
—Pues que te aproveche... —respondió ella, fingiendo una arcada cuando Umi comenzó a untar aquella densa y pegajosa masa encima del pan. De verdad, ¿quién encontraba rica la crema de cacahuete? ¡Esa cosa era cien veces más densa que la miel, casi parecía cemento! ¡Y encima le iba a poner mermelada por encima!
La voz de Suzaku volvió a llamar su atención cuando Suzaku terminaba de preparar y envolver sus sandwiches:
—Escucha, Sushi, cariño...
—Uyy... miedo me da cuando me llamas cariño. No vas a pedirme dinero, ¿no? —bromeó, riéndose.
—Tengo algo que decirte luego, cuando... cuando estemos en el parque. Pero no quiero que te enfades conmigo, ¿de acuerdo? Es importante.
Pero Suzaku ya no sonreía. Se había girado hacia su hermana con el ceño fruncido, escrutándola con sus ojos oscuros intentando leer a través de sus intenciones. En aquellos momentos no pudo evitar preguntarse si con el Sharingan sería capaz de leer los pensamientos de su hermana.
—Umh... No prometo nada —murmuró al final, terminando de guardar un par de botellas y tomando después su cesta de picnic—. ¡Venga vamos, o nos van a quitar los mejores sitios!
—Pues que te aproveche... —respondió ella, fingiendo una arcada cuando Umi comenzó a untar aquella densa y pegajosa masa encima del pan. De verdad, ¿quién encontraba rica la crema de cacahuete? ¡Esa cosa era cien veces más densa que la miel, casi parecía cemento! ¡Y encima le iba a poner mermelada por encima!
La voz de Suzaku volvió a llamar su atención cuando Suzaku terminaba de preparar y envolver sus sandwiches:
—Escucha, Sushi, cariño...
—Uyy... miedo me da cuando me llamas cariño. No vas a pedirme dinero, ¿no? —bromeó, riéndose.
—Tengo algo que decirte luego, cuando... cuando estemos en el parque. Pero no quiero que te enfades conmigo, ¿de acuerdo? Es importante.
Pero Suzaku ya no sonreía. Se había girado hacia su hermana con el ceño fruncido, escrutándola con sus ojos oscuros intentando leer a través de sus intenciones. En aquellos momentos no pudo evitar preguntarse si con el Sharingan sería capaz de leer los pensamientos de su hermana.
—Umh... No prometo nada —murmuró al final, terminando de guardar un par de botellas y tomando después su cesta de picnic—. ¡Venga vamos, o nos van a quitar los mejores sitios!