20/09/2021, 15:05
No sé porque hice aquel viaje. Quizás me lo quise autoregalar por el hecho de haber recibido la bandana, como una especie de premio a haber logrado mi objetivo más cercano. quizás sólo fuese una excusa para poder ver mundo, algo que me era imposible como estudiante de la academia y miembro del orfanato de Uzushiogakure. Lo cierto es que me encontraba en una plaza de la Villa de las Aguas Termales, apoyando mi espalda en el acero de una de las farolas y con las manos entrelazadas sobre mi nuca donde, sencillamente observaba el ir y venir de la gente.
Al poco rato, una chica que lucía unos ropajes negros y, debo decir, la mar de curiosos. En especial aquel abrigo brillante que captaría la atención de cualquiera que se cruzase con ella. Sin pensárselo demasiado, se subió a uno de los bancos y empezó a bailar. En cuestión de segundos la gente empezó a rodearla mientras disfrutaban de aquel baile lento pero suave. Mis ojos, sin embargo, se vieron cautivados por la presencia de una chica de cabellos rosados la cual me era familiar. Ambos compartíamos un don, el cual, según cómo, podía tornarse en una maldición. Ambos éramos Uchiha, un linaje que durante el paso del tiempo se había tornado en un clan manchado por la sangre. Ambos crecimos en la academia de Uzushiogakure, pero no habíamos mantenido ningún tipo de relación, pero el hechod e verla ahí me hizo pensar.
«No puede tratarse de un mero capricho del destino»
Así pues, opté por romper el hielo que no pudimos romper en la academia ni en la aldea. Me acerqué hasta su posición y la saludé con la mano.
— Perdona que te moleste. Eres Uchiha Suzaku, ¿verdad?
Al poco rato, una chica que lucía unos ropajes negros y, debo decir, la mar de curiosos. En especial aquel abrigo brillante que captaría la atención de cualquiera que se cruzase con ella. Sin pensárselo demasiado, se subió a uno de los bancos y empezó a bailar. En cuestión de segundos la gente empezó a rodearla mientras disfrutaban de aquel baile lento pero suave. Mis ojos, sin embargo, se vieron cautivados por la presencia de una chica de cabellos rosados la cual me era familiar. Ambos compartíamos un don, el cual, según cómo, podía tornarse en una maldición. Ambos éramos Uchiha, un linaje que durante el paso del tiempo se había tornado en un clan manchado por la sangre. Ambos crecimos en la academia de Uzushiogakure, pero no habíamos mantenido ningún tipo de relación, pero el hechod e verla ahí me hizo pensar.
«No puede tratarse de un mero capricho del destino»
Así pues, opté por romper el hielo que no pudimos romper en la academia ni en la aldea. Me acerqué hasta su posición y la saludé con la mano.
— Perdona que te moleste. Eres Uchiha Suzaku, ¿verdad?