30/09/2021, 09:59
El público, maravillado, había arrancado a aplaudir ante el vistoso espectáculo de la artista. Y Suzaku no era una excepción. Jamás había visto una cosa así, ¡y mira que había visto a shinobi hacer cosas raras!
—¿Sabes? —intervino Natsu, de repente—. Estoy convencido de que si activásemos el sharingan veríamos chakra alrededor de ese abrigo. Salta a la vista que no es un abrigo normal.
—¿Crees que es una kunoichi? —le preguntó ella, extrañada, mientras se ponía de puntillas e intentaba ver mejor. Desde su posición, no llegaba a ver ninguna bandana ni ninguna identificación como shinobi de ninguna aldea.
Pero Natsu parecía que acababa de reparar en algo, porque se volvió de nuevo hacia Suzaku:
—Porque has despertado el sharingan, ¿verdad?
La pregunta cayó sobre ella como un jarro de agua fría. Durante apenas una milésima de segundo, pasó por su mente el recuerdo de cómo había despertado el Sharingan en sus ojos. Un frío hospital y una funesta noticia... La angustia se acopló en su pecho, pero la muchacha hizo acopio de todas sus fuerzas para disimularlo lo mejor que sabía y agitó la cabeza con una risotada seca.
—¡Ja! Por supuesto —replicó, henchida de orgullo, y cuando volvió a mirarle, sus ojos resplandecían en la penumbra del atardecer con el antinatural brillo carmesí del Sharingan.Una solitaria aspa orbitaba, lentamente, en torno a su pupila—. Después de todo voy a ser la mejor Uchiha de todo Uzushiogakure.
Suzaku giró la cabeza hacia la artista. Y, tal y como afirmaba Natsu, a través de su mirada teñida de rojo pudo ver un peculiar brillo que emanaba directamente de la artista y de aquel peculiar abrigo. El espectáculo dio fin poco después, con una última cabriola, un par de giros sobre uno de sus pies y una reverencia, el abrigo se convirtió en una especie de capa llena de elegancia, y brillante a los ojos de Suzaku.
—Tenías razón —le concedió a su acompañante, en voz baja, y sus ojos volvieron a oscurecerse—. Ese abrigo llevaba chakra que provenía de ella.
Aunque eso no restó nada de la fascinación que sentía. Por mucho que fuese una kunoichi, hacer una cosa así debía de ser increíblemente difícil.
—¿Sabes? —intervino Natsu, de repente—. Estoy convencido de que si activásemos el sharingan veríamos chakra alrededor de ese abrigo. Salta a la vista que no es un abrigo normal.
—¿Crees que es una kunoichi? —le preguntó ella, extrañada, mientras se ponía de puntillas e intentaba ver mejor. Desde su posición, no llegaba a ver ninguna bandana ni ninguna identificación como shinobi de ninguna aldea.
Pero Natsu parecía que acababa de reparar en algo, porque se volvió de nuevo hacia Suzaku:
—Porque has despertado el sharingan, ¿verdad?
La pregunta cayó sobre ella como un jarro de agua fría. Durante apenas una milésima de segundo, pasó por su mente el recuerdo de cómo había despertado el Sharingan en sus ojos. Un frío hospital y una funesta noticia... La angustia se acopló en su pecho, pero la muchacha hizo acopio de todas sus fuerzas para disimularlo lo mejor que sabía y agitó la cabeza con una risotada seca.
—¡Ja! Por supuesto —replicó, henchida de orgullo, y cuando volvió a mirarle, sus ojos resplandecían en la penumbra del atardecer con el antinatural brillo carmesí del Sharingan.Una solitaria aspa orbitaba, lentamente, en torno a su pupila—. Después de todo voy a ser la mejor Uchiha de todo Uzushiogakure.
Suzaku giró la cabeza hacia la artista. Y, tal y como afirmaba Natsu, a través de su mirada teñida de rojo pudo ver un peculiar brillo que emanaba directamente de la artista y de aquel peculiar abrigo. El espectáculo dio fin poco después, con una última cabriola, un par de giros sobre uno de sus pies y una reverencia, el abrigo se convirtió en una especie de capa llena de elegancia, y brillante a los ojos de Suzaku.
—Tenías razón —le concedió a su acompañante, en voz baja, y sus ojos volvieron a oscurecerse—. Ese abrigo llevaba chakra que provenía de ella.
Aunque eso no restó nada de la fascinación que sentía. Por mucho que fuese una kunoichi, hacer una cosa así debía de ser increíblemente difícil.