3/10/2021, 16:56
Una mano le hizo volver el rostro. Era suave, cálida al tacto, pero tenía la suficiente firmeza para obligar a Ayame a mirar de nuevo a los ojos llorosos y angustiados de Hōzuki Shanise.
—Nadie merece más que tú lo que iba a darte hoy, Aotsuki Ayame —dijo, y Ayame la miró interrogante, pero la Arashikage no se movió del sitio—. No lo haré porque sé cómo te sientes, y porque te conozco. Más de lo que crees. Yui... Yuyu —se corrigió, tras detenerse un momento— también te conocía. Y sé que estaría de acuerdo.
Ayame no comprendía lo que le estaba intentando decir Shanise, pero al mencionar a Amekoro Yui, las lágrimas volvieron inundar sus ojos muertos, reavivando su mirada durante un fugaz instante.
—Puede que ahora no puedas entender de lo que estoy hablando —continuó, comprendiendo por lo que estaba pasando la muchacha—, pero eres una chica espabilada. Algún día recordarás estas palabras —Shanise se levantó entonces, separándose de ella—. Yuyu también querría que fueses tú.
Shanise se dio la vuelta hacia su escritorio, justo antes de dirigirse de nuevo hacia Kokuō:
—Kokuō, por favor, cuida de ella. Y vuelve. Este despacho necesita que haya al menos alguien que le aporte algo de dignidad. Ayame y yo sólo nos retroalimentaríamos.
Ayame la escuchó reírse de forma triste, pero cuando sintió a Kokuō avanzar para prepararse para tomar el control de nuevo, ella la retuvo momentáneamente. Su mirada estaba fija en otro punto, y sus pies la condujeron en silencio a una de las estanterías del despacho. Ayame alzó una mano temblorosa en el aire, y tomó uno de los libros que allí había. Estaba bastante maltratado, golpeado, magullado y arrugado como si hubiese estado expuesto al agua tiempo atrás. Lo abrazó contra su pecho, sollozando con fuerza. El título "Tipos del Chakra", se dibujaba en su cubierta. Tras varios largos segundos, Ayame se volvió hacia Shanise, con ojos solicitantes, mientras seguía aferrándose al libro como si le fuera la vida en ello.
—Nadie merece más que tú lo que iba a darte hoy, Aotsuki Ayame —dijo, y Ayame la miró interrogante, pero la Arashikage no se movió del sitio—. No lo haré porque sé cómo te sientes, y porque te conozco. Más de lo que crees. Yui... Yuyu —se corrigió, tras detenerse un momento— también te conocía. Y sé que estaría de acuerdo.
Ayame no comprendía lo que le estaba intentando decir Shanise, pero al mencionar a Amekoro Yui, las lágrimas volvieron inundar sus ojos muertos, reavivando su mirada durante un fugaz instante.
—Puede que ahora no puedas entender de lo que estoy hablando —continuó, comprendiendo por lo que estaba pasando la muchacha—, pero eres una chica espabilada. Algún día recordarás estas palabras —Shanise se levantó entonces, separándose de ella—. Yuyu también querría que fueses tú.
Shanise se dio la vuelta hacia su escritorio, justo antes de dirigirse de nuevo hacia Kokuō:
—Kokuō, por favor, cuida de ella. Y vuelve. Este despacho necesita que haya al menos alguien que le aporte algo de dignidad. Ayame y yo sólo nos retroalimentaríamos.
Ayame la escuchó reírse de forma triste, pero cuando sintió a Kokuō avanzar para prepararse para tomar el control de nuevo, ella la retuvo momentáneamente. Su mirada estaba fija en otro punto, y sus pies la condujeron en silencio a una de las estanterías del despacho. Ayame alzó una mano temblorosa en el aire, y tomó uno de los libros que allí había. Estaba bastante maltratado, golpeado, magullado y arrugado como si hubiese estado expuesto al agua tiempo atrás. Lo abrazó contra su pecho, sollozando con fuerza. El título "Tipos del Chakra", se dibujaba en su cubierta. Tras varios largos segundos, Ayame se volvió hacia Shanise, con ojos solicitantes, mientras seguía aferrándose al libro como si le fuera la vida en ello.