5/10/2021, 19:25
La naturaleza siempre había jugado un papel importante para los habitantes del País del Bosque y, cómo era de esperar, pronto empezaron a asociar las cosas fascinantes que se veían con criaturas igual de fascinantes. En Tane-Shigai, un pequeño local ubicado en el tronco hueco de un gran árbol se aseguraba de traer esa magia a su acogedor negocio. Se trataba ni más ni menos que del Café Magico.
Por fuera no daba la sensación de ser nada diferente ni extravagante, tenía una puerta de madera y un letrero con el nombre del local y un arcoiris por encima. Las ventanas dejaban ver el interior, un acogedor café de mesas redondas con taburetes que salían del mismo suelo. Apenas había una decena de mesas pero todas estaban llenas. No es que fuese inmensamente popular sino que la dueña se negaba a ampliar o a abrir otro locales, ya que ella no podría manejarlo y no quiere que se pierda la magia del lugar.
Si no hay nada extraordinario ni en su presentación ni en su mobiliario, ¿qué hace a este café tan único? ¿Su comida? ¿Tal vez su café? Sería lógico que la gente fuese por la calidad. Ninguna de esas. Se trataba de un café tematico. Cada estación había un tema diferente, podía ser tanto un animal mitologico, un tema concreto o la propia estación. No se trataba de un evento de un día ni de nada especial que se hacía una vez al año, la tematica se mantenía toda esa estación.
Durante ese periodo, todos los trabajadores tenían que vestir y comportarse según el tema, como si fueran actores y el café fuese su escenario. El tema de esa estación eran las hadas. Pequeñas criaturas aladas llenas de bondad, amor y brillo. Había un total de cuatro camareras y cada una representaba una estación del año. El atuendo estandar era un vestido de una pieza de tirantes agarrado por la cintura. Hecho de una tela especialmente suave y cada uno del color que correspondiera. Primavera verde, verano amarillo, otoño naranja e invierno azul. Todo en tonos pastel para suavizar el impacto y que tendiesen a uniformarse más que a repelerse entre ellos.
Sin duda, un lugar curioso donde poder relajarse y olvidarse un poco del día a día, conviviendo con seres mágicos y tomando té, café o incluso dulces.
Por fuera no daba la sensación de ser nada diferente ni extravagante, tenía una puerta de madera y un letrero con el nombre del local y un arcoiris por encima. Las ventanas dejaban ver el interior, un acogedor café de mesas redondas con taburetes que salían del mismo suelo. Apenas había una decena de mesas pero todas estaban llenas. No es que fuese inmensamente popular sino que la dueña se negaba a ampliar o a abrir otro locales, ya que ella no podría manejarlo y no quiere que se pierda la magia del lugar.
Si no hay nada extraordinario ni en su presentación ni en su mobiliario, ¿qué hace a este café tan único? ¿Su comida? ¿Tal vez su café? Sería lógico que la gente fuese por la calidad. Ninguna de esas. Se trataba de un café tematico. Cada estación había un tema diferente, podía ser tanto un animal mitologico, un tema concreto o la propia estación. No se trataba de un evento de un día ni de nada especial que se hacía una vez al año, la tematica se mantenía toda esa estación.
Durante ese periodo, todos los trabajadores tenían que vestir y comportarse según el tema, como si fueran actores y el café fuese su escenario. El tema de esa estación eran las hadas. Pequeñas criaturas aladas llenas de bondad, amor y brillo. Había un total de cuatro camareras y cada una representaba una estación del año. El atuendo estandar era un vestido de una pieza de tirantes agarrado por la cintura. Hecho de una tela especialmente suave y cada uno del color que correspondiera. Primavera verde, verano amarillo, otoño naranja e invierno azul. Todo en tonos pastel para suavizar el impacto y que tendiesen a uniformarse más que a repelerse entre ellos.
Sin duda, un lugar curioso donde poder relajarse y olvidarse un poco del día a día, conviviendo con seres mágicos y tomando té, café o incluso dulces.