7/10/2021, 00:07
El camino en tren era de lo más común ya para aquella chica. Había viajado incontables veces debido a los viajes de negocios en los que tenía que ir por simplemente aparentar, aunque ahora poco a poco dichos de estos eran para aprender sobre las relaciones con el resto de socios, para cuando en un futuro heredara el puesto de su padre. Saki, era una chica de metro ochenta y largos de unos veintiún años. Su cabello era tan largo que llegaba al final de su espalda, era tan suave y liso como la seda y más oscuro que la noche sin estrellas, algo que hacía contraste con su pálida piel de aspecto enfermizo, y sus ojos tan azules como el más precioso zafiro. Vestía con un traje negro de pies a cabeza, una camisa blanca y una corbata también oscura, lo que la hacía parecer muy elegante. Por encima de todo esto, llevaba una larga gabardina negra que llegaba casi hasta sus tobillos, lo que era más que útil en el país de la lluvia.
¿El motivo por el que iba hasta en tren esta vez? Acompañando a su pupila Suzume, la cual había sido designada para ser enseñada por Saki, debido a sus altas notas para tenerla en cuenta en un futuro ascenso. A la chica de fría expresión, y con difíciles habilidades para socializar, le importó poco pues era su trabajo. Si aquello la acercaba a un puesto más alto, mejor para ella.
El tren llevaba en marcha desde que habían abandonado la estación inicial, y Saki estaba sentada frente a Suzume con las piernas cruzadas leyendo un periódico, tan insípido y soso como ella, del cual no levantó la mirada a menos que su kohai se lo pidiera.
¿El motivo por el que iba hasta en tren esta vez? Acompañando a su pupila Suzume, la cual había sido designada para ser enseñada por Saki, debido a sus altas notas para tenerla en cuenta en un futuro ascenso. A la chica de fría expresión, y con difíciles habilidades para socializar, le importó poco pues era su trabajo. Si aquello la acercaba a un puesto más alto, mejor para ella.
El tren llevaba en marcha desde que habían abandonado la estación inicial, y Saki estaba sentada frente a Suzume con las piernas cruzadas leyendo un periódico, tan insípido y soso como ella, del cual no levantó la mirada a menos que su kohai se lo pidiera.
¡Gracias a Ranko por el avatar!