22/10/2021, 16:47
—Woah, eso sí me sorprende —Suzume se volteó, caminando de espaldas por un momento para poder ir viendo a Saki —. Pensé que te gustaría el café. Café negro, sin azúcar, ni crema, ni nada.
La pelirroja volvió a ver al frente, sin dejar de caminar con mucha alegría. Se preguntó si, en un futuro cuando fuese conocida en todo Onindo, sería difícil andar por las calles así. ¿La gente le impediría el paso? ¿Gritarían todos su nombre? ¿Le pedirían que cantase en medio del camino? Eso último sí lo haría, se dijo. Volteó de reojo a la espada envainada que la morena portaba. Claro. Cuando fuese más famosa, estaría en mayor riesgo. Pero allí estaría Saki para protegerla, ¿no? De las veces que lo había intentado, el combate cuerpo a cuerpo no era lo suyo, así que aquel filo le recordaba lo incapaz que era en cierta disciplina.
—Aunque pensándolo bien, tiene más sentido que te guste el té. Siendo honesta a veces no le encuentro sabor al té. Pero no negaré que tiene algo… único y especial —Se giró para dedicarle una enorme sonrisa a su senpai. Al volver la vista al camino, apuntó a un letrero con un arcoiris no muy lejos de allí. Aquella puerta en el árbol parecía más la entrada a un mundo de maravilla que a un lugar para comer —. ¡Senpai! ¡Allí está!
Suzume chilló como niña pequeña y aceleró el paso un poco.
La pelirroja volvió a ver al frente, sin dejar de caminar con mucha alegría. Se preguntó si, en un futuro cuando fuese conocida en todo Onindo, sería difícil andar por las calles así. ¿La gente le impediría el paso? ¿Gritarían todos su nombre? ¿Le pedirían que cantase en medio del camino? Eso último sí lo haría, se dijo. Volteó de reojo a la espada envainada que la morena portaba. Claro. Cuando fuese más famosa, estaría en mayor riesgo. Pero allí estaría Saki para protegerla, ¿no? De las veces que lo había intentado, el combate cuerpo a cuerpo no era lo suyo, así que aquel filo le recordaba lo incapaz que era en cierta disciplina.
—Aunque pensándolo bien, tiene más sentido que te guste el té. Siendo honesta a veces no le encuentro sabor al té. Pero no negaré que tiene algo… único y especial —Se giró para dedicarle una enorme sonrisa a su senpai. Al volver la vista al camino, apuntó a un letrero con un arcoiris no muy lejos de allí. Aquella puerta en el árbol parecía más la entrada a un mundo de maravilla que a un lugar para comer —. ¡Senpai! ¡Allí está!
Suzume chilló como niña pequeña y aceleró el paso un poco.