25/10/2021, 22:23
—Debe estar a nombre de Suzume. Murakisho Suzume
La chica se quedó un segundo parada pensando al oír el nombre de Suzume. Le sonaba pero no lograba ubicarlo. En cuanto volvió a hablar, ella se puso a buscar el nombre.
— ¡Qué bonito cabello y vestuario! ¿No crees, senpai? —
La joven camarera contesto sin dejar de sonreír.
— ¡Gracias! Los vestidos nos los hicieron nuestras primeras amigas humanas cuando abrimos el café. Al parecer, no está bien considerado ir sin ropa y nosotras no sabíamos cómo funcionaba esto. Ay, perdona, me estoy enrollando. Aquí está vuestra reserva. Seguidme, por favor.
Tachó rápidamente algo en el libro de reservas y empezó a andar hacia dentro, esperando que la siguiesen pero sin girarse a comprobarlo. Mientras andaba, las pequeñas alitas a su espalda se movían al unísono con sus piernas.
— Aquí está la mesa, con ventana como pidió, Murakisho-san. — se paró al lado de una mesa que estaba pegada a una ventana ovalada que daba a la calle principal. — ¿Saben lo que van a pedir ya las señoritas o quieren saber los especiales de la temporada?
Lo extraño de la muchacha pelirroja, aparte de su sonrisa natural, era que iba acelerada. No era tanto como para que se viese antinatural. Sin embargo, hablaba rápido sin trabarse, caminaba rápido sin esforzarse y nada de eso parecía algo forzado para ella. Desde luego, era la viva imagen de la energía veraniega. Además de que el calor del lugar aumentaba con la proximidad a la camarera, como si fuese la estufa.
La chica se quedó un segundo parada pensando al oír el nombre de Suzume. Le sonaba pero no lograba ubicarlo. En cuanto volvió a hablar, ella se puso a buscar el nombre.
— ¡Qué bonito cabello y vestuario! ¿No crees, senpai? —
La joven camarera contesto sin dejar de sonreír.
— ¡Gracias! Los vestidos nos los hicieron nuestras primeras amigas humanas cuando abrimos el café. Al parecer, no está bien considerado ir sin ropa y nosotras no sabíamos cómo funcionaba esto. Ay, perdona, me estoy enrollando. Aquí está vuestra reserva. Seguidme, por favor.
Tachó rápidamente algo en el libro de reservas y empezó a andar hacia dentro, esperando que la siguiesen pero sin girarse a comprobarlo. Mientras andaba, las pequeñas alitas a su espalda se movían al unísono con sus piernas.
— Aquí está la mesa, con ventana como pidió, Murakisho-san. — se paró al lado de una mesa que estaba pegada a una ventana ovalada que daba a la calle principal. — ¿Saben lo que van a pedir ya las señoritas o quieren saber los especiales de la temporada?
Lo extraño de la muchacha pelirroja, aparte de su sonrisa natural, era que iba acelerada. No era tanto como para que se viese antinatural. Sin embargo, hablaba rápido sin trabarse, caminaba rápido sin esforzarse y nada de eso parecía algo forzado para ella. Desde luego, era la viva imagen de la energía veraniega. Además de que el calor del lugar aumentaba con la proximidad a la camarera, como si fuese la estufa.