23/11/2021, 11:41
Su hermana también se reincorporó, con las mejillas encendidas.
—¡Maldita sea, Suzaku! —gritó Umi, mejillas encendidas. Ella también se había reincorporado para ganar de nuevo la dominancia de la altura—. ¿¡Vas a dedicar los últimos meses de tu vida protegiendo a "la aldea" cuando Sarutobi Hanabi no movería su puto culo para ayudarte jamás!? ¡Sólo para acabar apuñalada por la espalda por un ninja del copo de nieve!
—Sarutobi Hanabi movió el culo para enfrentarse a uno de esos asquerosos Generales. Movió el culo para enfrentarse a esas lagartijas del tres al cuarto en el estadio del Torneo de los Dojos, ¡y perdió uno de sus brazos en el proceso! —le rebatió, apretando los puños—. ¡Es verdad que puede que ni siquiera me conozca, pero nos está protegiendo a todos!
Visiblemente airada, Umi se cruzó de brazos y se dio la vuelta, desviando la mirada de su hermana pequeña.
—¿Y si en algún momento se te ocurre que no puedes más? ¿Que quieres irte? ¿Que no merece la pena morir por un puñado de desconocidos y que prefieres escapar y no tomar parte? ¡Entonces tampoco te cuidará! ¡Es más, enviará una maldita partida de guerra para buscarte por si se te ocurre revelar dónde están los putos baños públicos más cercanos a la entrada!
Suzaku parpadeó varias veces, confundida.
—Pero... ¿Por qué iba a querer marcharme de aquí...? ¿De mi hogar...? —preguntó, al cabo de varios segundos. Agachando la mirada, alzó una mano temblorosa, aferrando la bandana que se ceñía a su cintura—. Yo... no pude hacer nada para proteger a mamá y a papá de esas personas malvadas... ¡Por eso me he hecho kunoichi! ¡Para protegeros a todos de las personas malas! Incluida tú...
»Y por eso... ¡Por eso no pienso renunciar! ¡Antes tendrás que quitármela con tus propias manos!
—¡Maldita sea, Suzaku! —gritó Umi, mejillas encendidas. Ella también se había reincorporado para ganar de nuevo la dominancia de la altura—. ¿¡Vas a dedicar los últimos meses de tu vida protegiendo a "la aldea" cuando Sarutobi Hanabi no movería su puto culo para ayudarte jamás!? ¡Sólo para acabar apuñalada por la espalda por un ninja del copo de nieve!
—Sarutobi Hanabi movió el culo para enfrentarse a uno de esos asquerosos Generales. Movió el culo para enfrentarse a esas lagartijas del tres al cuarto en el estadio del Torneo de los Dojos, ¡y perdió uno de sus brazos en el proceso! —le rebatió, apretando los puños—. ¡Es verdad que puede que ni siquiera me conozca, pero nos está protegiendo a todos!
Visiblemente airada, Umi se cruzó de brazos y se dio la vuelta, desviando la mirada de su hermana pequeña.
—¿Y si en algún momento se te ocurre que no puedes más? ¿Que quieres irte? ¿Que no merece la pena morir por un puñado de desconocidos y que prefieres escapar y no tomar parte? ¡Entonces tampoco te cuidará! ¡Es más, enviará una maldita partida de guerra para buscarte por si se te ocurre revelar dónde están los putos baños públicos más cercanos a la entrada!
Suzaku parpadeó varias veces, confundida.
—Pero... ¿Por qué iba a querer marcharme de aquí...? ¿De mi hogar...? —preguntó, al cabo de varios segundos. Agachando la mirada, alzó una mano temblorosa, aferrando la bandana que se ceñía a su cintura—. Yo... no pude hacer nada para proteger a mamá y a papá de esas personas malvadas... ¡Por eso me he hecho kunoichi! ¡Para protegeros a todos de las personas malas! Incluida tú...
»Y por eso... ¡Por eso no pienso renunciar! ¡Antes tendrás que quitármela con tus propias manos!