29/11/2021, 19:25
Suzume sintió un cubo de hielo deslizarse por su garganta cuando escuchó que llamaban a Shiba. Asintió con una sonrisa forzada cuando la mesera se despidió por el momento. En cuanto desapareció por la puerta junto con la dueña, Suzume se cubrió el rostro con las manos, sonrojada a más no poder.
—¡Ay, senpai! —chilló con voz muy queda —. Lo he arruinado, ¿Verdad? ¿Y si he metido en problemas a Shiba-san? ¡No fue mi intención hablar de más!
Apartó la mirada y comenzó a desahogarse con lo que quedaba de sus crepes y su té, y se pondría a menear la pajilla del batido, apenada.
—Sí, aquí se está calientito. Aunque... Le han bajado a la calefacción de nuevo —dijo, mirando en derredor al darse cuenta de que aquel delicioso calorcillo había disminuido desde que Shiba se había retirado —. ¿Y si...? ¿Y si Shiba-san se molesta tanto que ya no quiera mostrarnos la ciudad? Qué torpe fui...
Suzume arrugó el rostro, avergonzada, agitando más su batido.
—¡Ay, senpai! —chilló con voz muy queda —. Lo he arruinado, ¿Verdad? ¿Y si he metido en problemas a Shiba-san? ¡No fue mi intención hablar de más!
Apartó la mirada y comenzó a desahogarse con lo que quedaba de sus crepes y su té, y se pondría a menear la pajilla del batido, apenada.
—Sí, aquí se está calientito. Aunque... Le han bajado a la calefacción de nuevo —dijo, mirando en derredor al darse cuenta de que aquel delicioso calorcillo había disminuido desde que Shiba se había retirado —. ¿Y si...? ¿Y si Shiba-san se molesta tanto que ya no quiera mostrarnos la ciudad? Qué torpe fui...
Suzume arrugó el rostro, avergonzada, agitando más su batido.