3/12/2021, 13:05
—Quiero pensar que si lo ha propuesto ella será que puede comer y beber —intervino Natsu, volviéndose hacia Meme— ¿No es así, Meme?
—Por supuesto —asintió ella—. Necesito energía para moverme, como un ferrocarril, o un juguete de cuerdas. Mi creadora me hizo capaz de obtenerla de la comida normal. Maravilloso, ¿No?
«Bueno, al menos no se alimenta a base de electricidad o de carbón.» No pudo evitar pensar Suzaku, aunque se contuvo de hacer el comentario en voz alta.
Pero, justo en el momento en el que Meme parecía que iba a añadir algo más, otra persona entró en escena:
—Disculpen el atrevimiento, jóvenes, pero no pude evitar escuchar que buscan dónde comer. —Se trataba de una mujer de mediana edad, de cabellos de un curioso color verde claro atados en una coleta y vestida con una indumentaria similar a la que utilizaría cualquier cocinero de alguno de los restaurantes de la zona. En su mano llevaba un bonico abanico blanco con el símbolo esmeralda de un colibrí—. Somos de la casa de aguas termales Hachidori, ¡Recién remodelamos! Tenemos comida deliciosa, bebida fría, baños mixtos y separados, y camas súper cómodas. ¿Qué se les antoja? ¿Algo de takoyaki? ¿Mochi? ¿Té? ¿Un relajante baño termal al final de un día de aventuras? A que quieren probar, ¿Eh?
—Takoyaki... —repitió Suzaku, con la boca haciéndosele agua de la mera mención.
—Suena bien. No conozco mucho la villa, de todas maneras —añadió Meme—. ¿Qué dicen?
—¡Yo sigo que quiero probar esos takoyaki! —insistió la pelirrosa, exaltada pese al hecho de que no hacía ni media hora que se había zampado una bolsa llena de bollitos rellenos de carne al vapor.
—Por supuesto —asintió ella—. Necesito energía para moverme, como un ferrocarril, o un juguete de cuerdas. Mi creadora me hizo capaz de obtenerla de la comida normal. Maravilloso, ¿No?
«Bueno, al menos no se alimenta a base de electricidad o de carbón.» No pudo evitar pensar Suzaku, aunque se contuvo de hacer el comentario en voz alta.
Pero, justo en el momento en el que Meme parecía que iba a añadir algo más, otra persona entró en escena:
—Disculpen el atrevimiento, jóvenes, pero no pude evitar escuchar que buscan dónde comer. —Se trataba de una mujer de mediana edad, de cabellos de un curioso color verde claro atados en una coleta y vestida con una indumentaria similar a la que utilizaría cualquier cocinero de alguno de los restaurantes de la zona. En su mano llevaba un bonico abanico blanco con el símbolo esmeralda de un colibrí—. Somos de la casa de aguas termales Hachidori, ¡Recién remodelamos! Tenemos comida deliciosa, bebida fría, baños mixtos y separados, y camas súper cómodas. ¿Qué se les antoja? ¿Algo de takoyaki? ¿Mochi? ¿Té? ¿Un relajante baño termal al final de un día de aventuras? A que quieren probar, ¿Eh?
—Takoyaki... —repitió Suzaku, con la boca haciéndosele agua de la mera mención.
—Suena bien. No conozco mucho la villa, de todas maneras —añadió Meme—. ¿Qué dicen?
—¡Yo sigo que quiero probar esos takoyaki! —insistió la pelirrosa, exaltada pese al hecho de que no hacía ni media hora que se había zampado una bolsa llena de bollitos rellenos de carne al vapor.