8/12/2021, 03:35
—Tienes razón. Por supuesto.
Y eso tan solo lo hacía más doloroso si cabe. Porque no había una imagen, un olor, una sensación, que no le recordase a ella. Toda Amegakure evocaba su recuerdo. Eso tenía que hacerla sentir orgullosa, ¡y claro que lo hacía! Le henchía el pecho de ello. Del legado que había dejado atrás. Pero su pérdida era tan grande, el dolor tan profundo, que en aquellos momentos no era una sensación que le hiciese sentir bien al mismo tiempo. Más bien la convertía en un mar de lágrimas y en una kunoichi muy lejos de su habitual templanza.
Intentó atrapar algo de eso último al darse la vuelta. Sus ojos se posaron en un sombrero que reposaba en la mesa. Lo habían portado muy pocas personas en aquel mundo. Que estuviesen vivos, tan solo quedaban dos personas.
Ambas se encontraban en aquella habitación.
—¿Intuyes por qué te he llamado, Daruu?
Y eso tan solo lo hacía más doloroso si cabe. Porque no había una imagen, un olor, una sensación, que no le recordase a ella. Toda Amegakure evocaba su recuerdo. Eso tenía que hacerla sentir orgullosa, ¡y claro que lo hacía! Le henchía el pecho de ello. Del legado que había dejado atrás. Pero su pérdida era tan grande, el dolor tan profundo, que en aquellos momentos no era una sensación que le hiciese sentir bien al mismo tiempo. Más bien la convertía en un mar de lágrimas y en una kunoichi muy lejos de su habitual templanza.
Intentó atrapar algo de eso último al darse la vuelta. Sus ojos se posaron en un sombrero que reposaba en la mesa. Lo habían portado muy pocas personas en aquel mundo. Que estuviesen vivos, tan solo quedaban dos personas.
Ambas se encontraban en aquella habitación.
—¿Intuyes por qué te he llamado, Daruu?