15/12/2021, 23:06
—El sitio de barbacoa me parece maravilloso. ¡Oh, y no te preocupes por el dinero! Nosotras podemos pagar. Es más: ya que serás nuestra guía, nosotras deberíamos invitarte, ¿No crees, Senpai?
La morena ladeo un poco la cabeza para centrar su atención en Suzume, y posteriormente asentir con su habitual neutralidad. Llevo los dedos a su boca, para volver a exhalar algo de humo, sin perder el paso. Por su lado, la pelirroja se veía completamente emocionada al conocer a otra kunoichi formada, y no tardo en preguntar por su experiencia, ya que por parte de Saki solo había recibido palabras vacías. Pero proseguiría caminando, tras ellas para desviarse un poco hasta una papelera cercana, donde apagaría lo que quedaba de la colilla en una parte metálica diseñada para eso, donde caían las cenizas y la almohadilla restante en un pequeño cajón que sobresalía.
Era trabajo, simplemente. Un día tenías que escoltar a un par de personas, otro ocuparte de los gatitos perdidos, o de encontrar algún objeto perdido. No obstante seguía siendo eso, trabajo. Una obligación por la que era recompensada económicamente. ¿Lo disfrutaba? ¿Puede? ¿Tal vez? Era algo que le resultaba realmente complicado responder siempre.
Sus ojos se deslizaban ligeramente por los laterales de las calles, observando las luces que comenzaban a encenderse iluminando los locales, tiendas y puestos de comida. La ciudad parecía empezar a tener un cierto toque mágico para ella con el color anaranjado y rojizo que bailaba; como los cabellos de aquellas dos chicas.
La morena ladeo un poco la cabeza para centrar su atención en Suzume, y posteriormente asentir con su habitual neutralidad. Llevo los dedos a su boca, para volver a exhalar algo de humo, sin perder el paso. Por su lado, la pelirroja se veía completamente emocionada al conocer a otra kunoichi formada, y no tardo en preguntar por su experiencia, ya que por parte de Saki solo había recibido palabras vacías. Pero proseguiría caminando, tras ellas para desviarse un poco hasta una papelera cercana, donde apagaría lo que quedaba de la colilla en una parte metálica diseñada para eso, donde caían las cenizas y la almohadilla restante en un pequeño cajón que sobresalía.
Era trabajo, simplemente. Un día tenías que escoltar a un par de personas, otro ocuparte de los gatitos perdidos, o de encontrar algún objeto perdido. No obstante seguía siendo eso, trabajo. Una obligación por la que era recompensada económicamente. ¿Lo disfrutaba? ¿Puede? ¿Tal vez? Era algo que le resultaba realmente complicado responder siempre.
Sus ojos se deslizaban ligeramente por los laterales de las calles, observando las luces que comenzaban a encenderse iluminando los locales, tiendas y puestos de comida. La ciudad parecía empezar a tener un cierto toque mágico para ella con el color anaranjado y rojizo que bailaba; como los cabellos de aquellas dos chicas.
¡Gracias a Ranko por el avatar!