21/12/2021, 12:52
Estuvo a punto de hacerlo. De contarle todo. De escupirle a la cara la pura verdad. Pero como siempre que había sentido la tentación, se lo guardó. Pues aquél era un peso que debía cargar por su bien. A veces, como aquella vez, le temblaban las rodillas. Flaqueaba.
Y estallaba.
—¡¡No tienes ni idea de lo que tengo que soportar por ti!! —Umi se lanzó hacia su hermana, henchida de furia, y trató de darle un puñetazo en el centro del pecho. «Ni la más absoluta idea.»
Y estallaba.
—¡¡No tienes ni idea de lo que tengo que soportar por ti!! —Umi se lanzó hacia su hermana, henchida de furia, y trató de darle un puñetazo en el centro del pecho. «Ni la más absoluta idea.»