11/01/2022, 19:27
Cada vez había estado más seguro de una cosa: La incursión al hierro no iba a suceder. No es que Hanabi no quisiera ayudar, quería. Pero no podía. Ya no era Kurama, era también Dragón Rojo. Bajo todas esas amenazas. ¿Quien enviaría un séquito de sus mejores ninjas a otro país? No podía culparle.
A quién sí podía culpar era a mí. Aún siendo consciente de todo esto, no había hecho nada. Había disfrutado de mi vida junto a Yuuna como si todo fuera normal. Y aún así, aunque fuera culpa mía, no era lo suficiente adulto como para dejarla marchar.
—No te vas. —No era ni de lejos, una orden. Tampoco use un tono de voz autoritario. No era mi intención. —Nos vamos.
Dije aquello con más convicción de la que había usado nunca para nada.
—Y puedes intentar detenerme... —Yo tambien desenvainé mi espada. —Pero no lo vas a conseguir.
Salvo que su espada estuviera dispuesta a atravesarme el corazón, la seguiría allá donde fuera. Como le dije a Hanabi, mi lealtad estaba donde estuviera mi corazón, y mientras latiera, mi corazón estaría con Yuuna. Preferia morir que perderla.
A quién sí podía culpar era a mí. Aún siendo consciente de todo esto, no había hecho nada. Había disfrutado de mi vida junto a Yuuna como si todo fuera normal. Y aún así, aunque fuera culpa mía, no era lo suficiente adulto como para dejarla marchar.
—No te vas. —No era ni de lejos, una orden. Tampoco use un tono de voz autoritario. No era mi intención. —Nos vamos.
Dije aquello con más convicción de la que había usado nunca para nada.
—Y puedes intentar detenerme... —Yo tambien desenvainé mi espada. —Pero no lo vas a conseguir.
Salvo que su espada estuviera dispuesta a atravesarme el corazón, la seguiría allá donde fuera. Como le dije a Hanabi, mi lealtad estaba donde estuviera mi corazón, y mientras latiera, mi corazón estaría con Yuuna. Preferia morir que perderla.