11/01/2022, 20:49
Yuuna cerró los ojos, y dos tímidas lágrimas descendieron por sus mejillas. Pero cuando los abrió, no era Sendō Yuuna, la genin del Remolino, sino Sendō Yuuna la legítima gobernante del País del Hierro. Aquella que llevaba huyendo demasiado tiempo de su destino, buscando la ayuda de otros, y desgraciadamente olvidándose de los suyos.
Ahora los suyos estaban, probablemente, muertos. Yamato no había vuelto a contactarle. No tenía noticias de nadie más. Su madre estaba muerta.
Y era culpa suya.
No.
Era suya la responsabilidad.
Por eso sus manos se aferraron al mango de su espada, apretó bien fuerte la mandíbula y su mirada se volvió fiera y peligrosa. Por eso dejo de mirar a Reiji como un amigo, como su pareja, y forjó el mejor de los aceros entre sus dos corazones.
—Es mi responsabilidad, Sasaki Reiji —murmuró—, y sólo yo debo marchar hacia el Norte. Si quieres ayudarme, estate quieto un rato y... ¡y olvídame!
«Es lo mejor para los dos...»
»Por lo que pueda pasar.
Yuuna trago saliva. Solo necesitaba un poco más de tiempo.
Ahora los suyos estaban, probablemente, muertos. Yamato no había vuelto a contactarle. No tenía noticias de nadie más. Su madre estaba muerta.
Y era culpa suya.
No.
Era suya la responsabilidad.
Por eso sus manos se aferraron al mango de su espada, apretó bien fuerte la mandíbula y su mirada se volvió fiera y peligrosa. Por eso dejo de mirar a Reiji como un amigo, como su pareja, y forjó el mejor de los aceros entre sus dos corazones.
—Es mi responsabilidad, Sasaki Reiji —murmuró—, y sólo yo debo marchar hacia el Norte. Si quieres ayudarme, estate quieto un rato y... ¡y olvídame!
«Es lo mejor para los dos...»
»Por lo que pueda pasar.
Yuuna trago saliva. Solo necesitaba un poco más de tiempo.
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