13/01/2022, 01:21
Y como suele pasar en el juego, a veces ganas, y a veces pierdes.
Pudo haber conseguido una conversación sana y saludable, pudo haber conseguido un mojón para su boca, o incluso un puñetazo. La suerte se reparte de igual manera para bien que para mal. La respuesta de la surfista fue cortante, pero ni mucho menos quedó en meras palabras. Conforme la chica se levantó, la tabla en la que estaba sentado cayó al suelo como un mero trozo de madera. Avanzó, y con ella avanzó también un calor de mil demonios. Tanto fue así, que hasta el granizado que tenía en la mano se evaporó y cayó al suelo la contraparte. Y allí terminó, con un ceño fruncido y una mirada asesina atravesando al peliblanco.
Ante la última pregunta del chico, la respuesta era más que efectiva. La chica era puro fuego, el mismísimo infierno andando encarnado en persona. Era obvio que la tabla de surf ahí no tenía nada que ver.
¡¡FLUUUF!!
Con las mismas, la chica sopló las cenizas sobre la cara del Senju.
«¡Maldita curva de guapa-loca...!» Pensó Hayato para sus adentros, recordando a aquél cómico de los cómics.
—¡Cough! ¡cough! ¡cogh! —tosió irremediablemente, en lo que se limpiaba la cara y retrocedía un par de pasos. —El sentido del humor no es lo tuyo, ¿no?
»Tía, era solo una broma... una manera de romper el hielo.
Realmente, no sabía ni hasta que punto estaba metiendo la pata. Por otro lado, ¿la chica tampoco conocía quién era él? Si hasta los que jugaban con las monedas ya chismorreaban de la contienda del "pandillero". Casi era loable, aunque tuviese un humor de perros...
Pudo haber conseguido una conversación sana y saludable, pudo haber conseguido un mojón para su boca, o incluso un puñetazo. La suerte se reparte de igual manera para bien que para mal. La respuesta de la surfista fue cortante, pero ni mucho menos quedó en meras palabras. Conforme la chica se levantó, la tabla en la que estaba sentado cayó al suelo como un mero trozo de madera. Avanzó, y con ella avanzó también un calor de mil demonios. Tanto fue así, que hasta el granizado que tenía en la mano se evaporó y cayó al suelo la contraparte. Y allí terminó, con un ceño fruncido y una mirada asesina atravesando al peliblanco.
Ante la última pregunta del chico, la respuesta era más que efectiva. La chica era puro fuego, el mismísimo infierno andando encarnado en persona. Era obvio que la tabla de surf ahí no tenía nada que ver.
¡¡FLUUUF!!
Con las mismas, la chica sopló las cenizas sobre la cara del Senju.
«¡Maldita curva de guapa-loca...!» Pensó Hayato para sus adentros, recordando a aquél cómico de los cómics.
—¡Cough! ¡cough! ¡cogh! —tosió irremediablemente, en lo que se limpiaba la cara y retrocedía un par de pasos. —El sentido del humor no es lo tuyo, ¿no?
»Tía, era solo una broma... una manera de romper el hielo.
Realmente, no sabía ni hasta que punto estaba metiendo la pata. Por otro lado, ¿la chica tampoco conocía quién era él? Si hasta los que jugaban con las monedas ya chismorreaban de la contienda del "pandillero". Casi era loable, aunque tuviese un humor de perros...