13/01/2022, 17:44
— No, no tengo ninguno. ¡El que dices suena guay! Aunque no sé si me quedaría...
— Claro que te quedaría genial. Tu pelo es rojo como el fuego y tu sonrisa ilumina como él también. De ahí la Llama y el Radiante. — soltó Shiba como si estuviesen hablando del tiempo.
No había rastro de vergüenza en su voz, solo una contundente sinceridad. En cuanto Suzume le soltó la mano empezó a andar hacia donde había señalado esperando que ambas la siguieran.
— Y eso me hizo darme cuenta que tal vez no estaba haciendo lo suficiente por mi aldea. Y decidí que hacerme shinobi ayudaría más. Y ¿quién sabe? Tal vez cantar sí me ayude a ser ninja.
A pesar de que no le había dicho el por qué exacto, el peso que tenía en su corazón era evidente. Para Shiba, quien se había metido en el sector ninja por su genetica y el dinero, sobre todo el dinero, aquello sonaba completamente ajeno. También increiblemente valeroso.
— Guau, eso suena increiblemente valiente y responsable. Yo solo me hice ninja para traer dinero a la familia. Aunque claro que ganarlo por hacer el bien es un plus. — rio un segundo antes de volver a su sonrisa habitual.
Andaría hasta la entrada del lugar. Como todo Tane-shigai, estaba construido dentro de un enorme tronco de arbol, sin embargo, una vidriera les dejaba observar el interior desde la puerta. Dentro se veían varias mesas ocupadas que en el centro tenían una pequeña parrilla y la gente tenía diferentes manjares que poner a cocinar. Había varias ventanas abiertas a los lados y se veía una pequeña linea de humo salir de un extractor más arriba, todo con un delicioso olor a carne.
Ambas amejin podrían ver a Shiba hacer su mejor esfuerzo por pararse en la puerta y girarse a encararlas.
— Aún podemos ir a otro sitio si no os convence o es muy caro. No tenéis que entrar solo porque os haya traido yo. — parecía estar forzandose a decirles eso por el bien de la educación y el decoro.
Si había algo de lo que conocía el precio Shiba, era el dinero y la comida. Y ambas cosas estaban involucradas ahí. A pesar de que quería comerse todo el restaurante, le sabía mal que la invitasen.
— Claro que te quedaría genial. Tu pelo es rojo como el fuego y tu sonrisa ilumina como él también. De ahí la Llama y el Radiante. — soltó Shiba como si estuviesen hablando del tiempo.
No había rastro de vergüenza en su voz, solo una contundente sinceridad. En cuanto Suzume le soltó la mano empezó a andar hacia donde había señalado esperando que ambas la siguieran.
— Y eso me hizo darme cuenta que tal vez no estaba haciendo lo suficiente por mi aldea. Y decidí que hacerme shinobi ayudaría más. Y ¿quién sabe? Tal vez cantar sí me ayude a ser ninja.
A pesar de que no le había dicho el por qué exacto, el peso que tenía en su corazón era evidente. Para Shiba, quien se había metido en el sector ninja por su genetica y el dinero, sobre todo el dinero, aquello sonaba completamente ajeno. También increiblemente valeroso.
— Guau, eso suena increiblemente valiente y responsable. Yo solo me hice ninja para traer dinero a la familia. Aunque claro que ganarlo por hacer el bien es un plus. — rio un segundo antes de volver a su sonrisa habitual.
Andaría hasta la entrada del lugar. Como todo Tane-shigai, estaba construido dentro de un enorme tronco de arbol, sin embargo, una vidriera les dejaba observar el interior desde la puerta. Dentro se veían varias mesas ocupadas que en el centro tenían una pequeña parrilla y la gente tenía diferentes manjares que poner a cocinar. Había varias ventanas abiertas a los lados y se veía una pequeña linea de humo salir de un extractor más arriba, todo con un delicioso olor a carne.
Ambas amejin podrían ver a Shiba hacer su mejor esfuerzo por pararse en la puerta y girarse a encararlas.
— Aún podemos ir a otro sitio si no os convence o es muy caro. No tenéis que entrar solo porque os haya traido yo. — parecía estar forzandose a decirles eso por el bien de la educación y el decoro.
Si había algo de lo que conocía el precio Shiba, era el dinero y la comida. Y ambas cosas estaban involucradas ahí. A pesar de que quería comerse todo el restaurante, le sabía mal que la invitasen.