14/01/2022, 15:15
Lo que Katsudon se encontró no era el Reiji que él conocía. Y desde luego, no estaba pescando. Estaba mirando las turbulentas aguas del mar de uzushio, con la cabeza gacha, o mejor dicho, observaba como su sombrío rostro se deformaba con los pequeños remolinos que se formaban cerca del puerto.
Había estado esperando un milagro, había estado esperando un rayito de luz que jamás llegaría. Por que Gyuki parecía que, o tenía cosas mejores que hacer; o también se había esfumado o, quizás, simplemente no escuchaba. No era la primera vez que no me respondía, pero sí la única vez que me dolió que no lo hiciese.
Con respecto a Katsudon ¿Que hacer? ¿Cuanto podía confiar en él? Si le contaba lo que estaba pasando ¿Intentaría pararme los pies? Si le contaba lo que planeaba hacer ¿se lo contaría a Datsue y Hanabi? En ese instante, estaba tan perdido en mis sentimientos cómo el día en el que lo conocí.
—Katsudon... Yo... —Lo miré, tan sombrío como miraba las aguas del mar. —Yuuna se ha ido. —Dije mientras me ponía en pie. —Al Hierro. Kurama mató a su madre, la ayuda que le prometimos, llega tarde... —Y no estaba culpando a nadie. Era consciente de que no había sido por falta de ganas, si no por falta de recursos. —Me ha dejado atras, pero voy a ir a buscarla. Debo partir cuanto antes, cuanto más tarde, mas probabilidad hay de que... —No quería ni pensarlo, por dentro, ya era un amasijo de emociones negativas. —Se que tienes que decirselo a Hanabi y a Datsue, o detenerme, pero te pido por favor que no lo hagas, o que esperes a que esté lo suficientemente lejos como para que no puedan detenerme. Si me deteneid...
»Si no me dejais hacerlo...
»Si me entero de que ella ha... —Seguia sin querer proncinarlo. —Y yo no he hecho nada, yo...
»No voy a ser capaz de cargar con ese dolor...
Era incapaz de levantar un solo dedo contra Katsudon, ni siquiera era capaz de apuntarle con espada. Y tampoco había sido capaz de mentirle a su amigo. Lo único que le quedaba era rezar para que Katsudon lo entendiera, por que si no...
Solo quedaba una salida: Hacer lo que Yuuna no había tenido valor para hacer. Por que antes me hacía daño a mi mismo, que hacérselo a Katsudon.
Había estado esperando un milagro, había estado esperando un rayito de luz que jamás llegaría. Por que Gyuki parecía que, o tenía cosas mejores que hacer; o también se había esfumado o, quizás, simplemente no escuchaba. No era la primera vez que no me respondía, pero sí la única vez que me dolió que no lo hiciese.
Con respecto a Katsudon ¿Que hacer? ¿Cuanto podía confiar en él? Si le contaba lo que estaba pasando ¿Intentaría pararme los pies? Si le contaba lo que planeaba hacer ¿se lo contaría a Datsue y Hanabi? En ese instante, estaba tan perdido en mis sentimientos cómo el día en el que lo conocí.
—Katsudon... Yo... —Lo miré, tan sombrío como miraba las aguas del mar. —Yuuna se ha ido. —Dije mientras me ponía en pie. —Al Hierro. Kurama mató a su madre, la ayuda que le prometimos, llega tarde... —Y no estaba culpando a nadie. Era consciente de que no había sido por falta de ganas, si no por falta de recursos. —Me ha dejado atras, pero voy a ir a buscarla. Debo partir cuanto antes, cuanto más tarde, mas probabilidad hay de que... —No quería ni pensarlo, por dentro, ya era un amasijo de emociones negativas. —Se que tienes que decirselo a Hanabi y a Datsue, o detenerme, pero te pido por favor que no lo hagas, o que esperes a que esté lo suficientemente lejos como para que no puedan detenerme. Si me deteneid...
»Si no me dejais hacerlo...
»Si me entero de que ella ha... —Seguia sin querer proncinarlo. —Y yo no he hecho nada, yo...
»No voy a ser capaz de cargar con ese dolor...
Era incapaz de levantar un solo dedo contra Katsudon, ni siquiera era capaz de apuntarle con espada. Y tampoco había sido capaz de mentirle a su amigo. Lo único que le quedaba era rezar para que Katsudon lo entendiera, por que si no...
Solo quedaba una salida: Hacer lo que Yuuna no había tenido valor para hacer. Por que antes me hacía daño a mi mismo, que hacérselo a Katsudon.