24/01/2022, 16:44
En cuanto le dijo que no se preocupara, Suzume redobló el tamaño de su sonrisa.
—¡Maravilloso! —soltó alegre con silenciosos aplausos —. ¡Eres un ángel, Saki-senpai!
La cantante entraría detrás de Shiba al restaurante, dedicándole una sonriente reverencia y un breve "¡Gracias!" a Saki al pasar a su lado. La pelinaranja parecía conocer a la perfección cómo se manejaba el lugar, pues apenas y dio tiempo a la mesera de hablar antes de contestar. No parecía hacerlo de mala gana, sino por lo acelerada que era, aunque Suzume supuso que sería fácil para otros malinterpretar sus ánimos como insolencia.
—Yo quiero una limonada, de ser posible. Muchas gracias, señorita. —le dijo la Amejin, con toda la amabilidad posible.
Y luego, la decisión difícil: ¿De qué lado sentarse? ¿Sentarse frente a Shiba para poder charlar de forma más directa? ¿Sentarse de su lado para sentir su agradable calor? ¿Sentarse a su izquierda o a su derecha? ¿Dónde se sentaría Saki? ¿Entre ellas o al otro lado de Shiba? Suzume no quería mostrarse demasiado agresiva. ¿Lo estaba siendo? Sólo quería ser amable.
Un segundo después, tomó asiento al lado de la pelinaranja, e hizo un gesto a la morena para que se sentara a su otro lado. Sí, estar entre su amiga-guardaespaldas-samurai y entre su nueva amiga-hada-de-fuego era lo mejor.
—¿Has venido mucho aquí, Shiba-san? —preguntó Suzume con alegre curiosidad.
—¡Maravilloso! —soltó alegre con silenciosos aplausos —. ¡Eres un ángel, Saki-senpai!
La cantante entraría detrás de Shiba al restaurante, dedicándole una sonriente reverencia y un breve "¡Gracias!" a Saki al pasar a su lado. La pelinaranja parecía conocer a la perfección cómo se manejaba el lugar, pues apenas y dio tiempo a la mesera de hablar antes de contestar. No parecía hacerlo de mala gana, sino por lo acelerada que era, aunque Suzume supuso que sería fácil para otros malinterpretar sus ánimos como insolencia.
—Yo quiero una limonada, de ser posible. Muchas gracias, señorita. —le dijo la Amejin, con toda la amabilidad posible.
Y luego, la decisión difícil: ¿De qué lado sentarse? ¿Sentarse frente a Shiba para poder charlar de forma más directa? ¿Sentarse de su lado para sentir su agradable calor? ¿Sentarse a su izquierda o a su derecha? ¿Dónde se sentaría Saki? ¿Entre ellas o al otro lado de Shiba? Suzume no quería mostrarse demasiado agresiva. ¿Lo estaba siendo? Sólo quería ser amable.
Un segundo después, tomó asiento al lado de la pelinaranja, e hizo un gesto a la morena para que se sentara a su otro lado. Sí, estar entre su amiga-guardaespaldas-samurai y entre su nueva amiga-hada-de-fuego era lo mejor.
—¿Has venido mucho aquí, Shiba-san? —preguntó Suzume con alegre curiosidad.