1/02/2022, 19:51
— Ey. ¿Tienes un momento? Tenemos la misión de desalojar y destruir unos nidos de animales hay por la zona. ¿Sabes dónde hay alguno y qué tipo de animales han hecho los ataques? Para tener por donde empezar.
Toshio se acercó a una chica que tenía el uniforme pero parecía estar rehuyendo a la gente para intentar llegar detrás del mostrador de información, como si ese fuese su lugar sacrosanto. Tenía el pelo recogido en una simple cola de caballo, era negro al igual que sus ojos, tenía la nariz chata y los labios carnosos. Apenas medía metro cincuenta y llevaba el uniforme algo arrugado por aquí y por allá.
— S-sí. — se paró en seco y escuchó lo que Toshio tenía que decirle. — ¿A-animales? ¿Nidos? ¿Hay pajaros en la estación? Yo no he visto ninguno. Alguna paloma, sí, pero nunca he visto un nido de palomas. -- contestó nerviosamente
— Sí, hay animales haciendo disturbios. Con nidos, se refieren a lugares de interes para estos bichos. Tiki, vuelve a tu puesto, yo me encargo. — un hombre de pelo extremadamente corto y negro apareció desde detrás de la chica.
— Sí, señor. — contestó la muchacha desapareciendo de la escena aprisa.
— Siganme. — el hombre empezó a andar en dirección contraria a la muchedumbre. — Creo que todos sabreis lo acaecido en esta estación este verano. Desde entonces hay cierta reticencia a entrar en la sala donde ocurrió todo. Los animales no tienen ese conflicto moral, así que se han hecho con el sitio.
Dando por concluida su explicación siguió andando, entrando en un pasillo más estrecho que el principal pero casi sin gente. Había un cartel que decía acceso restringido pero el hombre siguió andando. Aquel hombre de pelo negro y ojos azules era tremendamente disciplinado. Caminaba recto, erguido, sin el menor apice de duda o de ralentización. Era corpulento pero no se veía bruto, sino elegante en su uniforme. Su rostro era todo seriedad, con una ancha nariz y un mentón prominente.
Toshio se acercó a una chica que tenía el uniforme pero parecía estar rehuyendo a la gente para intentar llegar detrás del mostrador de información, como si ese fuese su lugar sacrosanto. Tenía el pelo recogido en una simple cola de caballo, era negro al igual que sus ojos, tenía la nariz chata y los labios carnosos. Apenas medía metro cincuenta y llevaba el uniforme algo arrugado por aquí y por allá.
— S-sí. — se paró en seco y escuchó lo que Toshio tenía que decirle. — ¿A-animales? ¿Nidos? ¿Hay pajaros en la estación? Yo no he visto ninguno. Alguna paloma, sí, pero nunca he visto un nido de palomas. -- contestó nerviosamente
— Sí, hay animales haciendo disturbios. Con nidos, se refieren a lugares de interes para estos bichos. Tiki, vuelve a tu puesto, yo me encargo. — un hombre de pelo extremadamente corto y negro apareció desde detrás de la chica.
— Sí, señor. — contestó la muchacha desapareciendo de la escena aprisa.
— Siganme. — el hombre empezó a andar en dirección contraria a la muchedumbre. — Creo que todos sabreis lo acaecido en esta estación este verano. Desde entonces hay cierta reticencia a entrar en la sala donde ocurrió todo. Los animales no tienen ese conflicto moral, así que se han hecho con el sitio.
Dando por concluida su explicación siguió andando, entrando en un pasillo más estrecho que el principal pero casi sin gente. Había un cartel que decía acceso restringido pero el hombre siguió andando. Aquel hombre de pelo negro y ojos azules era tremendamente disciplinado. Caminaba recto, erguido, sin el menor apice de duda o de ralentización. Era corpulento pero no se veía bruto, sino elegante en su uniforme. Su rostro era todo seriedad, con una ancha nariz y un mentón prominente.