15/02/2022, 12:36
Frío. Fue lo primero que sentí cuando el agua del mar se alzó de repente y cayo sobre nosotros empapandonos de arriba a abajo. Katsudon, además, se llevó un buen susto y se cayó de culo, volviendo a la misma posición en la que estaba cuando dormía. No voy a mentir, a mi también me pilló por sorpresa su aparición repentina, pero estaba tan concentrado en el plan, que si Gyuuki hubiera querido comerme, no me hubiese dado tiempo a reaccionar.
—¡Gyūki!
Alivio. Esperanza. Parecía que poco a poco toda la desolación y la soledad que había sentido cuando Yuuna se había marchado sin mi empezaban a desvanecerse cuando mis amigos iban apareciendo poco a poco. Primero Katsudon y ahora Gyūki. Quizás Kuurama tenia un ejercito en el Hierro, pero yo tenia dos gigantes para arrasar con la isla entera si hacia falta, literalmente.
—Lo se, lo se. Estábamos a punto de preparanos para salir. Tengo que recoger unas cosas en casa, entre ellas, unas cositas que tengo preparadas para ti. Volvemos enseguida, no te vayas por favor. Te necesitamos.
Le tendí la mano a Katsudon para ayudarle a levantar el culo del suelo. Probablemente tiraría más el de mí que yo de él.
—Vamos Katsudon, necesito que me ayudes a traer el nuevo equipo para Gyūki, que pesa un huevo.
De camino a la forja, volví a explicarle a Katsudon lo de las bandanas del copo de nieve, aunque ahora, con un Bijuu gigante, igual no había muchas opciones de entrar con sigilo, pero bueno, por si acaso...
Volví al puerto con Katsudon, que ahora cargaba un saco de tela blanca donde estaba todo lo que tenía preparado para Gyūki. Pesaba bastante, pese a que había reducido su tamaño y peso con ayuda de una experta en Fuuinjutsu.
—Déjalo por aquí Katsudon.
En cuanto lo dejó en el suelo, lo abrí y metí las manos para sacar la primera parte de lo que había preparado. Teníamos prisa, pero ya que me lo había currado, iba a tomarme unos minutos para deleitarme en mi propia autoestima y no quería sacar todas las sorpresas de golpe.
Me acerqué a donde estaba Gyūki cargando un paquete de tela que obviamente por la forma, contenia las espadas que le había prometido forjar, aunque, en tamaño humano. Pero bueno, eso se solucionaría en un momento. Lo dejé en el suelo y lo desenvolví frente a sus ojos.
—Te presento a tus dos nuevas mejores amigas.
Señale las dos espadas,las hojas no parecían katanas, mas bien dos enormes cuchillos, sin guardia, cuyos filos resplandecían en dos colores diferentes, una tenia un brillo azulado y la otra brillaba con el color de la tierra. El Mango de ambas estaba hecho de madera, y cubierto con una pintura de un material especial que hacia que la madera no se hinchase cuando estuviera bajo el agua.
Por algún motivo, había pensado que aquella forma le pegaba bastante a Gyūki, y por el otro lado ¿Para que necesitaba guarda una espada del tamaño de una montaña? ¿Quién iba a ser el loco que intentase enfrentarse a una espada tan grande?
—Esta. —Dije sosteniendo la espada del filo azulado. —Es Umigiri, La que divide el Océano. y la otra, —Dije señalando a la del filo marron. —Es su hermana, Yamagiri, La que corta montañas. —Estaba orgulloso de los nombres tan guays que me había currado. —Se que ahora te parecerán pequeñas, pero tienen un fuuinjutsu para reducir su tamaño y peso, si no, no podía traerlas hasta aquí. No me preguntes como va, yo no tengo ni idea de fuuin, pero cuando las cojas, si les pasas un poco de tu chakra, volverán a su tamaño original. Ten cuidado y no te cargues nada en el puerto eh.
Deje la espada que había sostenido al lado de la otra para que Gyuki pudiera hacer su parte y me aparté. Esperaba que fuese consciente del tamaño de esas cosas y no se cargase ningún edificio del puerto. Y que si lo hacia, Datsue se lo cobrase a él y no a mí.
—Por otro lado ¿Recuerdas lo que me dijiste de que al ser tan grande eras un objetivo fácil? Bueno, pues tengo otra sorpresa.
Volví al saco que había traído Katsudon y saqué el resto de su contenido, que presenté frente a Gyūki. Había una armadura parecida a la de los samuráis. Estaba compuesta por un casco que tenia la forma de la cabeza del Bijuu, con hueco para las cuernos, la parte del cuerpo y los brazos, con sus hombreras. Y no había armadura para las piernas, pero había hecho unas partes flexibles, parecidas a las hombreras de los samuráis, que podían ponerse en los tentáculos.
—Le pregunté a Yuuna como era la armadura de su padre. —Que había sido el Jinchūriki de Gyūki. —Y me he basado en ella para hacer esta para ti. Como las espadas, dale tu chakra, y recuperará su tamaño original. Espero que te guste.
—¡Gyūki!
Alivio. Esperanza. Parecía que poco a poco toda la desolación y la soledad que había sentido cuando Yuuna se había marchado sin mi empezaban a desvanecerse cuando mis amigos iban apareciendo poco a poco. Primero Katsudon y ahora Gyūki. Quizás Kuurama tenia un ejercito en el Hierro, pero yo tenia dos gigantes para arrasar con la isla entera si hacia falta, literalmente.
—Lo se, lo se. Estábamos a punto de preparanos para salir. Tengo que recoger unas cosas en casa, entre ellas, unas cositas que tengo preparadas para ti. Volvemos enseguida, no te vayas por favor. Te necesitamos.
Le tendí la mano a Katsudon para ayudarle a levantar el culo del suelo. Probablemente tiraría más el de mí que yo de él.
—Vamos Katsudon, necesito que me ayudes a traer el nuevo equipo para Gyūki, que pesa un huevo.
De camino a la forja, volví a explicarle a Katsudon lo de las bandanas del copo de nieve, aunque ahora, con un Bijuu gigante, igual no había muchas opciones de entrar con sigilo, pero bueno, por si acaso...
-------- Un rato después --------
Volví al puerto con Katsudon, que ahora cargaba un saco de tela blanca donde estaba todo lo que tenía preparado para Gyūki. Pesaba bastante, pese a que había reducido su tamaño y peso con ayuda de una experta en Fuuinjutsu.
—Déjalo por aquí Katsudon.
En cuanto lo dejó en el suelo, lo abrí y metí las manos para sacar la primera parte de lo que había preparado. Teníamos prisa, pero ya que me lo había currado, iba a tomarme unos minutos para deleitarme en mi propia autoestima y no quería sacar todas las sorpresas de golpe.
Me acerqué a donde estaba Gyūki cargando un paquete de tela que obviamente por la forma, contenia las espadas que le había prometido forjar, aunque, en tamaño humano. Pero bueno, eso se solucionaría en un momento. Lo dejé en el suelo y lo desenvolví frente a sus ojos.
—Te presento a tus dos nuevas mejores amigas.
Señale las dos espadas,las hojas no parecían katanas, mas bien dos enormes cuchillos, sin guardia, cuyos filos resplandecían en dos colores diferentes, una tenia un brillo azulado y la otra brillaba con el color de la tierra. El Mango de ambas estaba hecho de madera, y cubierto con una pintura de un material especial que hacia que la madera no se hinchase cuando estuviera bajo el agua.
Por algún motivo, había pensado que aquella forma le pegaba bastante a Gyūki, y por el otro lado ¿Para que necesitaba guarda una espada del tamaño de una montaña? ¿Quién iba a ser el loco que intentase enfrentarse a una espada tan grande?
—Esta. —Dije sosteniendo la espada del filo azulado. —Es Umigiri, La que divide el Océano. y la otra, —Dije señalando a la del filo marron. —Es su hermana, Yamagiri, La que corta montañas. —Estaba orgulloso de los nombres tan guays que me había currado. —Se que ahora te parecerán pequeñas, pero tienen un fuuinjutsu para reducir su tamaño y peso, si no, no podía traerlas hasta aquí. No me preguntes como va, yo no tengo ni idea de fuuin, pero cuando las cojas, si les pasas un poco de tu chakra, volverán a su tamaño original. Ten cuidado y no te cargues nada en el puerto eh.
Deje la espada que había sostenido al lado de la otra para que Gyuki pudiera hacer su parte y me aparté. Esperaba que fuese consciente del tamaño de esas cosas y no se cargase ningún edificio del puerto. Y que si lo hacia, Datsue se lo cobrase a él y no a mí.
—Por otro lado ¿Recuerdas lo que me dijiste de que al ser tan grande eras un objetivo fácil? Bueno, pues tengo otra sorpresa.
Volví al saco que había traído Katsudon y saqué el resto de su contenido, que presenté frente a Gyūki. Había una armadura parecida a la de los samuráis. Estaba compuesta por un casco que tenia la forma de la cabeza del Bijuu, con hueco para las cuernos, la parte del cuerpo y los brazos, con sus hombreras. Y no había armadura para las piernas, pero había hecho unas partes flexibles, parecidas a las hombreras de los samuráis, que podían ponerse en los tentáculos.
—Le pregunté a Yuuna como era la armadura de su padre. —Que había sido el Jinchūriki de Gyūki. —Y me he basado en ella para hacer esta para ti. Como las espadas, dale tu chakra, y recuperará su tamaño original. Espero que te guste.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)