19/02/2022, 20:19
—Oh... Pues espero que no —respondió Natsu.
Y Meme asintió a su vez:
—Espero que no, señorita Fénix. Aunque no se han tardado mucho, ¿O sí?
—¡Cualquier espera es mucha espera! —replicó Suzaku, frunciendo el ceño con los carrillos hinchados. Como si quisiera darle la razón, su estómago rugió al compás.
Y apenas pasaron unos minutos más cuando los ruidos en la cocina se hicieron aún más audibles. El cocinero, acompañado de otros dos hombres, salieron de la cocina para repartir los platos.
—Oh, justo a tiempo. —dijo Meme.
—¡Genial!
Sin embargo, la sonrisa pronto murió en sus labios cuando recibieron sus encomiendas. Los takoyaki que había pedido despedían un fuerte olor, similar al vinagre, que le hacía arrugar la nariz. Por no hablar de la masa, que prácticamente se desmenuzaba con sólo tocarla. Estaban calientes, pero, ¿de verdad estaban bien cocinados? Suzaku ni siquiera se atrevió a llevárselo a la boca, en su lugar, sus ojos viraron a sus compañeros: La pizza autóctona de Natsu era una masa de extraña forma y cubierta de lo que parecían ser trozos de camarones, pescado, rodajas de tomate y hierbas. El miso de Meme parecía de lo más simple, con algunos retazos de algas y un par de cubitos de tofu flotando.
—Le falta sal —refunfuñó la de Kusa—. Mucha sal.
—Yo... creo que este takoyaki está crudo...
«O en mal estado...» Aquel olor le estaba revolviendo el estómago.
Suzaku apartó el plato de ella, genuinamente decepcionada, y miró a su compañero, esperando su reacción. Quizás aquella pizza autóctona estaba mejor que aquellos platos, aunque su pinta no era mucho mejor, la verdad....
Y Meme asintió a su vez:
—Espero que no, señorita Fénix. Aunque no se han tardado mucho, ¿O sí?
—¡Cualquier espera es mucha espera! —replicó Suzaku, frunciendo el ceño con los carrillos hinchados. Como si quisiera darle la razón, su estómago rugió al compás.
Y apenas pasaron unos minutos más cuando los ruidos en la cocina se hicieron aún más audibles. El cocinero, acompañado de otros dos hombres, salieron de la cocina para repartir los platos.
—Oh, justo a tiempo. —dijo Meme.
—¡Genial!
Sin embargo, la sonrisa pronto murió en sus labios cuando recibieron sus encomiendas. Los takoyaki que había pedido despedían un fuerte olor, similar al vinagre, que le hacía arrugar la nariz. Por no hablar de la masa, que prácticamente se desmenuzaba con sólo tocarla. Estaban calientes, pero, ¿de verdad estaban bien cocinados? Suzaku ni siquiera se atrevió a llevárselo a la boca, en su lugar, sus ojos viraron a sus compañeros: La pizza autóctona de Natsu era una masa de extraña forma y cubierta de lo que parecían ser trozos de camarones, pescado, rodajas de tomate y hierbas. El miso de Meme parecía de lo más simple, con algunos retazos de algas y un par de cubitos de tofu flotando.
—Le falta sal —refunfuñó la de Kusa—. Mucha sal.
—Yo... creo que este takoyaki está crudo...
«O en mal estado...» Aquel olor le estaba revolviendo el estómago.
Suzaku apartó el plato de ella, genuinamente decepcionada, y miró a su compañero, esperando su reacción. Quizás aquella pizza autóctona estaba mejor que aquellos platos, aunque su pinta no era mucho mejor, la verdad....