22/03/2022, 23:53
Suzaku escuchó los pasos de Umi a su espalda, pero ni siquiera se volteó para mirarla. Simplemente siguió recogiendo los enseres del picnic, mientras Umi metía su propio sándwich en la bolsa que habían traído para recoger la basura. Lo hicieron en absoluto silencio, sin comentar nada del combate que no parecía haber ocurrido siquiera ni sobre el picnic que no había llegado a ocurrir.
Así de magulladas, regresaron a casa. Y entonces se ocuparon de sus heridas. No era la primera vez que lo hacían. No habían sido pocas las veces que una de las dos resultaba herida: una caída tonta en la academia, un tobillo torcido por un despiste... Pero nunca había sido de gravedad. Y nunca se lo había infligido su allegada.
—Sushi —dijo Umi de pronto, cuando Suzaku se estaba encargando de la pierna herida de su hermana. Fruto del sobresalto, pegó un tirón a la venda más fuerte de lo que pretendía, lo que le arrancó un siseo dolorido—. Siento haberte estropeado el picnic.
—Estamos en paz —replicó Suzaku, encogiéndose de hombros.
Umi esbozó una sonrisa tensa, fingida. Suzaku la conocía demasiado bien como para diferenciarlas de sus sonrisas verdaderas. Tras una breve pausa, añadió:
—¿Quieres que vayamos juntas de misión?
Aquello pilló por sorpresa a Suzaku, que detuvo su labor en seco para mirarla con ojos desorbitados. ¿Había escuchado bien? ¿De verdad le estaba sugiriendo...?
¿Ir juntas?
¿De misión?
—¡¡¡CLARO!!! —gritó, abalanzándose sobre su hermana sin darse cuenta de lo brusco y violento de su movimiento. Seguramente le arrancaría otro latigazo de dolor. Pero no fue aquel pensamiento lo que la hizo apartarse de ella apresuradamente, con las mejillas encendidas. No. Fue otro sentimiento muy diferente. Un sentimiento de...—: Quiero decir... Procura no resultar un estorbo.
Y se levantó de golpe, para salir del cuarto de baño entre zancadas.
Así de magulladas, regresaron a casa. Y entonces se ocuparon de sus heridas. No era la primera vez que lo hacían. No habían sido pocas las veces que una de las dos resultaba herida: una caída tonta en la academia, un tobillo torcido por un despiste... Pero nunca había sido de gravedad. Y nunca se lo había infligido su allegada.
—Sushi —dijo Umi de pronto, cuando Suzaku se estaba encargando de la pierna herida de su hermana. Fruto del sobresalto, pegó un tirón a la venda más fuerte de lo que pretendía, lo que le arrancó un siseo dolorido—. Siento haberte estropeado el picnic.
—Estamos en paz —replicó Suzaku, encogiéndose de hombros.
Umi esbozó una sonrisa tensa, fingida. Suzaku la conocía demasiado bien como para diferenciarlas de sus sonrisas verdaderas. Tras una breve pausa, añadió:
—¿Quieres que vayamos juntas de misión?
Aquello pilló por sorpresa a Suzaku, que detuvo su labor en seco para mirarla con ojos desorbitados. ¿Había escuchado bien? ¿De verdad le estaba sugiriendo...?
¿Ir juntas?
¿De misión?
—¡¡¡CLARO!!! —gritó, abalanzándose sobre su hermana sin darse cuenta de lo brusco y violento de su movimiento. Seguramente le arrancaría otro latigazo de dolor. Pero no fue aquel pensamiento lo que la hizo apartarse de ella apresuradamente, con las mejillas encendidas. No. Fue otro sentimiento muy diferente. Un sentimiento de...—: Quiero decir... Procura no resultar un estorbo.
Y se levantó de golpe, para salir del cuarto de baño entre zancadas.