29/03/2022, 12:00
Como aquel que dice salí de casa con el último bocado de aquel ramen precocinado que vendían en el bazar de la esquina. No, claro que no me había olvidado de mi ¿cita? con Shukaku. No, jamás olvidaría algo así. No todos los días uno tiene el privilegio de recibir un entrenamiento de la mano de uno de los legendarios bijū. Para qué negarlo, estaba hecho un flan o quizás un saco de nervios, puede que un poco de ambas... o mucho de ambas, no lo tenía demasiado claro. Salí con mis ropas habituales y los dos kunai que me ofreció la academia al graduarme para viajar de tejado en tejado hasta el estadio de la aldea, lugar de aquel encuentro.
«¿Datsue-sama?»
Desde la repisa de las gradas alcancé a ver una figura humanoide que, claramente era casi calcado al Uchiha. Descendí, sin perder más tiempo y me puse delante de aquella especie de Datsue rubio. Fue entonces cuando vi sus ojos, visiblemente distintos, eran los que vi en Shukaku en la entrevista de la mañana.
— Esto... ¿Shukaku?
Creo que me resultaba difícil estar aún más confundido de lo que ya lo estaba.
«¿Datsue-sama?»
Desde la repisa de las gradas alcancé a ver una figura humanoide que, claramente era casi calcado al Uchiha. Descendí, sin perder más tiempo y me puse delante de aquella especie de Datsue rubio. Fue entonces cuando vi sus ojos, visiblemente distintos, eran los que vi en Shukaku en la entrevista de la mañana.
— Esto... ¿Shukaku?
Creo que me resultaba difícil estar aún más confundido de lo que ya lo estaba.