30/03/2022, 23:20
El cocinero no se tomó nada bien que Suzaku le arrojara aquel bol de miso a la cara. Como un toro enloquecido, se arrojó contra la pelirrosa con el enorme cuchillo carnicero en la mano. Suzaku se agachó justo a tiempo, aunque el filo metálico se llevó por delante varios mechones que flotaron ligeros en el aire. Ella no pareció darse cuenta de ello, estaba demasiado concentrada en no convertirse en el próximo menú, por lo que aprovechó su posición para asestarle una fuerte patada en las pantorrillas (10 PV) para después apartarse un poco de su posición.
Fue entonces cuando le llegó el olor a quemado. Ya no tenía en su mano la pluma de fuego. Y una de las patas de una silla cercana acababa de prenderse fuego. Si no hacían nada, o tardaría en extenderse por los manteles y el resto del mobiliario.
—¡¡Tenemos que salir de aquí en cuanto antes!! —le gritó a sus dos compañeros, que estaban ocupados con sus respectivos oponentes.
Por si acaso, sacó su kunai y lo enarboló frente a ella mientras esperaba sus respuestas. No le convenía perder de vista al grandullón.
Fue entonces cuando le llegó el olor a quemado. Ya no tenía en su mano la pluma de fuego. Y una de las patas de una silla cercana acababa de prenderse fuego. Si no hacían nada, o tardaría en extenderse por los manteles y el resto del mobiliario.
—¡¡Tenemos que salir de aquí en cuanto antes!! —le gritó a sus dos compañeros, que estaban ocupados con sus respectivos oponentes.
Por si acaso, sacó su kunai y lo enarboló frente a ella mientras esperaba sus respuestas. No le convenía perder de vista al grandullón.