13/04/2022, 17:10
—¡Te seguimos, Shiba-san! ¡Enséñanos! . No creo que destrocemos un parque entre las tres, ja ja ja...
Destrozaría un parque ella sola. Tal vez ni siquiera necesitase estar consciente para ello, además. Pero Shiba solo sonrió e hizo un gesto para restarle importancia.
— ¡Claro que no! Es por si acaso.
Intentó tranquilizar a ambas, que parecía que iba a reventar toda la ciudad con Suzume en medio, nada más lejos de su intención. Que era enseñarle a Suzume que podía reventarle en medio de la ciudad.
— Supongo que te contendrás, pero ten cuidado igualmente, Shiba-san. Suzume apenas lleva un tiempo en la academia Si es demasiado o no puedes continuar, dilo, ¿vale?
— No te preocupes, Saki-san. Tengo hermanos pequeños y no he matado a ninguno todavía. — aseguró Shiba con total confianza.
El dato que no tenían las kunoichi de la tormenta es que no les había vuelto a ver desde que se volvió ninja. Shiba solo sonrió y las llevó al parque.
El lugar en cuestión tenía varias atracciones para los niños: columpios, un tobogan... Pero también tenía un enorme arenal. Seguramente pensado para que las chiquillas se pusiesen a hacer castillitos o algo así. Pero le iban a dar un uso muy diferente.
Shiba saltó dentro sin pensarselo dos veces, hundiendose unos milimetros en el arenal.
— Venga, Suzume-chaaaan. Juguemos. — le dijo Shiba sonriente, estirando en el arenal.
Destrozaría un parque ella sola. Tal vez ni siquiera necesitase estar consciente para ello, además. Pero Shiba solo sonrió e hizo un gesto para restarle importancia.
— ¡Claro que no! Es por si acaso.
Intentó tranquilizar a ambas, que parecía que iba a reventar toda la ciudad con Suzume en medio, nada más lejos de su intención. Que era enseñarle a Suzume que podía reventarle en medio de la ciudad.
— Supongo que te contendrás, pero ten cuidado igualmente, Shiba-san. Suzume apenas lleva un tiempo en la academia Si es demasiado o no puedes continuar, dilo, ¿vale?
— No te preocupes, Saki-san. Tengo hermanos pequeños y no he matado a ninguno todavía. — aseguró Shiba con total confianza.
El dato que no tenían las kunoichi de la tormenta es que no les había vuelto a ver desde que se volvió ninja. Shiba solo sonrió y las llevó al parque.
El lugar en cuestión tenía varias atracciones para los niños: columpios, un tobogan... Pero también tenía un enorme arenal. Seguramente pensado para que las chiquillas se pusiesen a hacer castillitos o algo así. Pero le iban a dar un uso muy diferente.
Shiba saltó dentro sin pensarselo dos veces, hundiendose unos milimetros en el arenal.
— Venga, Suzume-chaaaan. Juguemos. — le dijo Shiba sonriente, estirando en el arenal.