18/04/2022, 22:04
Entre los carteles que el vio el Senju, al fin encontró la morada de los Natsuki. Hayato echó un ojo a la casa, y a sus alrededores, y todo parecía sumido en un sepulcral silencio, acompañado de una lúgubre escasez de personas. Posiblemente no hubiese nadie en casa, o simplemente estaban aún durmiendo. Podía ser cualquier cosa, incluso que estuviesen ahora mismo todos los miembros de la familia entrenando en el gimnasio. A saber.
Para cuando se quiso dar cuenta, una chica de cabellos para nada discretos, quedó plantada en la misma puerta de la casa. saludó al pasar a su lado, y pareció buscar las llaves. Podría tratarse perfectamente de la solicitante de la misión, o algún familiar de la misma. Fuese quien fuese, era quien le daría acceso a empezar con su objetivo.
—Buenos días. —Acompañó sutilmente con un movimiento hacia su lado, buscando llamar su atención. —¿Es usted la señorita Natsuki Natsu?
»Soy Senju Hayato, genin. Se me ha asignado para ayudar en el entrenamiento, y haré todo lo posible para que cumpla su objetivo.
Sus ojos eran tan llamativos como su pelo, de un tono rosa tan fuerte que podía sentirlo pegándole un puñetazo en plena geta. Su complexión era realmente atlética, fuerte y alta. No cabía duda de que pertenecía a ésta familia, y que el gimnasio era ley familiar.
Para cuando se quiso dar cuenta, una chica de cabellos para nada discretos, quedó plantada en la misma puerta de la casa. saludó al pasar a su lado, y pareció buscar las llaves. Podría tratarse perfectamente de la solicitante de la misión, o algún familiar de la misma. Fuese quien fuese, era quien le daría acceso a empezar con su objetivo.
—Buenos días. —Acompañó sutilmente con un movimiento hacia su lado, buscando llamar su atención. —¿Es usted la señorita Natsuki Natsu?
»Soy Senju Hayato, genin. Se me ha asignado para ayudar en el entrenamiento, y haré todo lo posible para que cumpla su objetivo.
Sus ojos eran tan llamativos como su pelo, de un tono rosa tan fuerte que podía sentirlo pegándole un puñetazo en plena geta. Su complexión era realmente atlética, fuerte y alta. No cabía duda de que pertenecía a ésta familia, y que el gimnasio era ley familiar.