7/02/2016, 20:53
No les hacía ningún asco a las espadas y armas del estilo pero tampoco le interesaban demasiado, en cambio en casa tenía guardadas un par de armas que deseaba poder utilizar pero no era todo, tenía en mente conseguirse un arma adicional que le costaría bastante dinero pero que valdría cada ryo invertido. ~ Tengo que teñir la gabardina… ~ Pensaba la kunoichi mientras avanzaba por el pasillo del museo.
- ¡Si, te sigo!-
Exclamó el chico bastante animado como un niño pequeño, claramente lo decía por la propuesta sobre irse al sector de hachas y que le despejaba la duda a la pelirroja. ~ Si, no le gustan las katanas. ~ Se dijo a si misma que estaba aprovechando la situación para analizar medianamente lo que su compañero podría llegar a empuñar aunque claro, al llegar al nuevo sector del museo lo primero que les llamó la atención a ambos fue una monstruosa hacha que fácil pesaría más que ellos dos juntos. - Nosotros seguro que no… - Respondió la kunoichi que estaba un tanto descolocada por las dimensiones de la misma.
De cualquier manera, eso no era lo que a ella le interesaba, quería ver si encontraba la bendita arma a la que le había hechado el ojo hacía unas semanas atrás cuando pasó frente a una herrería de la aldea además que si encontraban la kusarigama posiblemente se encontrarían lo que ella quería. Lo malo es que hay muchos tipos de armas que no tienen un pabellón dedicado en el museo por la poca variedad que se han llegado a encontrar a lo largo de los años.
La kunoichi prefirió seguir su trayecto dejando el hacha de lado, total, hasta dentro de varios años no podría ni intentar levantar esa cosa y para colmo nada le aseguraba que pudiera hacerlo alguna vez en su vida. En su lugar, siguió recorriendo el pasillo mirando cada cosa que encontraba y finalmente lo encontró. - Mira… - Dijo ella alzando la mano para señalar lo que había tras aquella vitrina.
- La kusarigama que decías. - Agregó al cabo de unos instantes ya mirando en otra dirección, siendo que un kama tiene esa forma posiblemente cerca estuviese lo que ella quería y tal cual. En una vitrina similar a la del hacha gigante de antes estaba una hermosa guadaña más alta que ella pero que la hacía babear fácilmente. Mango negro con detalles marrones, una extensa hoja curva con la que se podría decapitar a varias personas al mismo tiempo pero claro, semejantes dimensiones suponían un verdadero reto para empuñarla. ~ Algún día serás mía… ~ Pensaba la kunoichi cuya mirada estaba llena de ilusión y de no ser porque la normativa del museo se lo prohibía ya tendría la cara pegada al cristal.
A saber que estaría haciendo Juro, pero no haría nada para averiguarlo, lo importante era la bendita guadaña gigante.
- ¡Si, te sigo!-
Exclamó el chico bastante animado como un niño pequeño, claramente lo decía por la propuesta sobre irse al sector de hachas y que le despejaba la duda a la pelirroja. ~ Si, no le gustan las katanas. ~ Se dijo a si misma que estaba aprovechando la situación para analizar medianamente lo que su compañero podría llegar a empuñar aunque claro, al llegar al nuevo sector del museo lo primero que les llamó la atención a ambos fue una monstruosa hacha que fácil pesaría más que ellos dos juntos. - Nosotros seguro que no… - Respondió la kunoichi que estaba un tanto descolocada por las dimensiones de la misma.
De cualquier manera, eso no era lo que a ella le interesaba, quería ver si encontraba la bendita arma a la que le había hechado el ojo hacía unas semanas atrás cuando pasó frente a una herrería de la aldea además que si encontraban la kusarigama posiblemente se encontrarían lo que ella quería. Lo malo es que hay muchos tipos de armas que no tienen un pabellón dedicado en el museo por la poca variedad que se han llegado a encontrar a lo largo de los años.
La kunoichi prefirió seguir su trayecto dejando el hacha de lado, total, hasta dentro de varios años no podría ni intentar levantar esa cosa y para colmo nada le aseguraba que pudiera hacerlo alguna vez en su vida. En su lugar, siguió recorriendo el pasillo mirando cada cosa que encontraba y finalmente lo encontró. - Mira… - Dijo ella alzando la mano para señalar lo que había tras aquella vitrina.
- La kusarigama que decías. - Agregó al cabo de unos instantes ya mirando en otra dirección, siendo que un kama tiene esa forma posiblemente cerca estuviese lo que ella quería y tal cual. En una vitrina similar a la del hacha gigante de antes estaba una hermosa guadaña más alta que ella pero que la hacía babear fácilmente. Mango negro con detalles marrones, una extensa hoja curva con la que se podría decapitar a varias personas al mismo tiempo pero claro, semejantes dimensiones suponían un verdadero reto para empuñarla. ~ Algún día serás mía… ~ Pensaba la kunoichi cuya mirada estaba llena de ilusión y de no ser porque la normativa del museo se lo prohibía ya tendría la cara pegada al cristal.
A saber que estaría haciendo Juro, pero no haría nada para averiguarlo, lo importante era la bendita guadaña gigante.