6/05/2022, 15:09
— Bueno... Si no se queda a dormir en la habitación y no es mucho tiempo, no debería pasar nada
En la cabeza de Shiba, Suzume parecía un tesoro prohibido y Saki su guardiana. La pelirroja no dejaba de tentarla y la morena no dejaba de trazarle una línea que no podía traspasar. O por lo menos, eso sentía Shiba.
Sin embargo, ni siquiera Saki podía detener el ímpetu de Suzume. Pensó por un instante en ser ella la que se excusara, siendo la primera vez que se contenía. Pero la Idol suponía un peligro de esas magnitudes. No sabía qué podía pasar si iba a esa habitación.
¿Por qué estaba dudando tanto? Todas eran adultas allí. Había algo en la bella perfección de la chica que le impedía ser tan directa como solía ser. La hacía amedrentarse, tal vez por primera vez en su vida. Debía detener a Suzume, seguro que no era del todo consciente de lo que estaba ocasionando.
— ¡Yo también estoy deseosa de pasar más tiempo contigo, Shiba-san! ¡Cómo agradezco que hayamos coincidido tan preciosamente!
Eso fue antes de que la estrechará entre sus brazos sin otra cosa en su mente. Simplemente, no podía negarle nada.
—¿Lista, Shiba-san? ¿Saki-senpai?
Sonrió cálidamente.
— Claro, ahora os toca a vosotras enseñarme el camino.
En la cabeza de Shiba, Suzume parecía un tesoro prohibido y Saki su guardiana. La pelirroja no dejaba de tentarla y la morena no dejaba de trazarle una línea que no podía traspasar. O por lo menos, eso sentía Shiba.
Sin embargo, ni siquiera Saki podía detener el ímpetu de Suzume. Pensó por un instante en ser ella la que se excusara, siendo la primera vez que se contenía. Pero la Idol suponía un peligro de esas magnitudes. No sabía qué podía pasar si iba a esa habitación.
¿Por qué estaba dudando tanto? Todas eran adultas allí. Había algo en la bella perfección de la chica que le impedía ser tan directa como solía ser. La hacía amedrentarse, tal vez por primera vez en su vida. Debía detener a Suzume, seguro que no era del todo consciente de lo que estaba ocasionando.
— ¡Yo también estoy deseosa de pasar más tiempo contigo, Shiba-san! ¡Cómo agradezco que hayamos coincidido tan preciosamente!
Eso fue antes de que la estrechará entre sus brazos sin otra cosa en su mente. Simplemente, no podía negarle nada.
—¿Lista, Shiba-san? ¿Saki-senpai?
Sonrió cálidamente.
— Claro, ahora os toca a vosotras enseñarme el camino.