21/05/2022, 01:24
Chika, sonriente, en una nube, feliz por primera vez desde que esos bastardos insoportables habían llegado a su hogar, ayudó a Miki a practicar. Lanzaba los golpes lentos, aunque con firmeza, para que su hermana pudiese hacer el movimiento a ensayar con mayor facilidad. Pasaron unos minutos así antes de que Raijin les mandase mezclarse los recien llegados con los antiguos alumnos.
— Parece que nosotras ya estamos bien, Ka-chan. —
— Claro que estamos bien, Ki-chan, porque nosotras somos buenas chicas. — le dijo agachandose un poco y dandole un toquecito en la nariz sin dejar de sonreir.
— ¿Lista?
— Claro, voy.
En un ejercicio de pura determinación, Chika se concentró por completo en que el golpe fuese lo más inofensivo posible. Cada celula de su cuerpo estaba ocupada en esa labor y en ninguna más. No existía dojo, ni Amegakure ni nada en el universo, solo esa patada y la fuerza mínima que iba a usar para ejecutarla. Cada atomo que componía los elementos de su cerebro se había compuesto para ese mismo momento, no había ningún otro momento en su vida para ejercer un control y una precisión de este calibre. Era ahora o nunca.
— Parece que nosotras ya estamos bien, Ka-chan. —
— Claro que estamos bien, Ki-chan, porque nosotras somos buenas chicas. — le dijo agachandose un poco y dandole un toquecito en la nariz sin dejar de sonreir.
— ¿Lista?
— Claro, voy.
En un ejercicio de pura determinación, Chika se concentró por completo en que el golpe fuese lo más inofensivo posible. Cada celula de su cuerpo estaba ocupada en esa labor y en ninguna más. No existía dojo, ni Amegakure ni nada en el universo, solo esa patada y la fuerza mínima que iba a usar para ejecutarla. Cada atomo que componía los elementos de su cerebro se había compuesto para ese mismo momento, no había ningún otro momento en su vida para ejercer un control y una precisión de este calibre. Era ahora o nunca.