23/05/2022, 22:36
Con la respuesta del Senju, la chica pareció en un principio preocupada, pero terminó sentenciando que sonaba fácil. La chica no parecía desilusionarse fácilmente, y así lo mostraba con unos ánimos envidiables. Sin duda alguna, si mantenía esa actitud positiva y se esforzaba, acabaría siendo una genin formidable, y con el tiempo a saber dónde terminaba. Para bien o para mal, ese tipo de personas siempre destacan.
Siete le propuso entonces que realizase otra vez la técnica, la de clonación. Ante la propuesta, la chica se abstuvo de pillar al menos el cuarto bocadillo, y con ese característico ánimo que tanto la representaba, aceptó. Sendos chicos realizaron los sellos manuales casi a la par, en un ritmo lento pero preciso. En ésta ocasión el genin no acumuló ni moldeó el chakra, por lo cuál no culminaría la técnica. Entre tanto, Natsue si que lo habría hecho, creando a su lado un monigote de color blanco que rendía tirado en el suelo, casi que inerte.
«¡Ostras!.»
El chico quedó mirando el monigote, y terminó riendo. Todos habían pasado por esa fase al comenzar sus andanzas en el mundo shinobi, y ya casi no parecía recordarlo, y eso que tampoco había pasado tanto tiempo. La chica pareció avergonzada, pero aún así terminó aceptando que no iba a lograr dominar la técnica en un solo día. La verdad, pocos lo hacían, quizás algún genuino prodigio.
—Así es, no te desanimes y sigue practicando. Poco a poco le pillarás el truco, y te saldrá automáticamente. Si vieses mis comienzos, también te reirías... ¡Siete días! Siete días tardé yo en pillarle el truco a ésta técnica... jajaja.
Y pensándolo bien, tampoco podía darle la tabarra todo el santo día. Ya llevaban un buen rato, y apenas se había recuperado de un agotamiento por uso de chakra. Quizás...
—Natsu, ¿prefieres que demos las clases todos los días sobre ésta hora y sean cortas?. Así tendrías tiempo para entrenar a tu ritmo, sin presión, y además podrías hacerme las consultas que te vayan surgiendo al día siguiente.
»¿Qué te parece?.
Siete le propuso entonces que realizase otra vez la técnica, la de clonación. Ante la propuesta, la chica se abstuvo de pillar al menos el cuarto bocadillo, y con ese característico ánimo que tanto la representaba, aceptó. Sendos chicos realizaron los sellos manuales casi a la par, en un ritmo lento pero preciso. En ésta ocasión el genin no acumuló ni moldeó el chakra, por lo cuál no culminaría la técnica. Entre tanto, Natsue si que lo habría hecho, creando a su lado un monigote de color blanco que rendía tirado en el suelo, casi que inerte.
«¡Ostras!.»
El chico quedó mirando el monigote, y terminó riendo. Todos habían pasado por esa fase al comenzar sus andanzas en el mundo shinobi, y ya casi no parecía recordarlo, y eso que tampoco había pasado tanto tiempo. La chica pareció avergonzada, pero aún así terminó aceptando que no iba a lograr dominar la técnica en un solo día. La verdad, pocos lo hacían, quizás algún genuino prodigio.
—Así es, no te desanimes y sigue practicando. Poco a poco le pillarás el truco, y te saldrá automáticamente. Si vieses mis comienzos, también te reirías... ¡Siete días! Siete días tardé yo en pillarle el truco a ésta técnica... jajaja.
Y pensándolo bien, tampoco podía darle la tabarra todo el santo día. Ya llevaban un buen rato, y apenas se había recuperado de un agotamiento por uso de chakra. Quizás...
—Natsu, ¿prefieres que demos las clases todos los días sobre ésta hora y sean cortas?. Así tendrías tiempo para entrenar a tu ritmo, sin presión, y además podrías hacerme las consultas que te vayan surgiendo al día siguiente.
»¿Qué te parece?.