27/06/2022, 00:31
Y no se calmó. Al contrario, pareció ponerse incluso más nerviosa que antes. La chica parecía creer que Yuki había venido a matarla y, la verdad, ¿quién podía culparla? Yuki no era precisamente la clase de persona que inspiraba calma en los demás. Tampoco era la clase de persona que estaba calmada ella misma, realmente. Mucho menos cuando tenía a una chica haciendo sellos justo frente a ella.
La reacción fue instantánea. Con su mano normal le tomó de una de sus muñecas para forzarle a abrir el brazo (Fuerza 80) antes de cogerle nuevamente el cuello con su otra mano. Apretaba con firmeza, pero no lo suficiente para cortarle la respiración.
— Te dije que te relajases. —Le dijo, antes de empezar a andar.
No la llevaba arrastrada por el pasillo, sino que la llevaba lo suficientemente alto como para que sus pies no tocasen el suelo. No pareció importarle que patalease, o que la golpease, o que hiciera cualquier cosa para resistirse, pues solo tenía un objetivo. Al llegar de vuelta al sofá donde había estado llorando antes, cogió la foto que había estado mirando y la obligó a verla. En ella aparecía un Toshio un par de años más joven abrazando con una enorme sonrisa a un muy apenado a Tamao y a una chica que tenía toda la pinta de no querer estar allí. Tras ellos había un enorme hombre de cabellos y ojos rojos con una placa de jōnin en el hombro.
— Esta soy yo. Yukiko Yuki, amiga de Toshio. —Le dijo, antes de soltarla de golpe. Entonces dejaría la foto donde estaba y sacaría un llavero de su bolsillo, mostrándole una llave negra que tenía el sello Kurogane en ella—. Y esta es la puta llave de la casa. Me la dieron sus padres, así que relájate, que todavía no vengo a matarte, pero como intentes volver a hacer cualquier técnica me lo empezaré a pensar.
La reacción fue instantánea. Con su mano normal le tomó de una de sus muñecas para forzarle a abrir el brazo (Fuerza 80) antes de cogerle nuevamente el cuello con su otra mano. Apretaba con firmeza, pero no lo suficiente para cortarle la respiración.
— Te dije que te relajases. —Le dijo, antes de empezar a andar.
No la llevaba arrastrada por el pasillo, sino que la llevaba lo suficientemente alto como para que sus pies no tocasen el suelo. No pareció importarle que patalease, o que la golpease, o que hiciera cualquier cosa para resistirse, pues solo tenía un objetivo. Al llegar de vuelta al sofá donde había estado llorando antes, cogió la foto que había estado mirando y la obligó a verla. En ella aparecía un Toshio un par de años más joven abrazando con una enorme sonrisa a un muy apenado a Tamao y a una chica que tenía toda la pinta de no querer estar allí. Tras ellos había un enorme hombre de cabellos y ojos rojos con una placa de jōnin en el hombro.
— Esta soy yo. Yukiko Yuki, amiga de Toshio. —Le dijo, antes de soltarla de golpe. Entonces dejaría la foto donde estaba y sacaría un llavero de su bolsillo, mostrándole una llave negra que tenía el sello Kurogane en ella—. Y esta es la puta llave de la casa. Me la dieron sus padres, así que relájate, que todavía no vengo a matarte, pero como intentes volver a hacer cualquier técnica me lo empezaré a pensar.