14/07/2022, 22:10
Suzume había salido a comprar, pues el que trabajara cantando no quitara que fuese una buena hija que ayudara a sus padres. Se había abrigado mucho y llevaba un paraguas mono con diseños de estrellitas.
Sin embargo, su mente estaba en otro lado: llevaba el paraguas apresado con el brazo izquierdo, y la bolsa de las compras con el derecho, mientras que usaba las manos torpemente para escribir cosas en una libreta pequeña. Estaba, por supuesto, anotando ideas para una canción.
Claro, el llevar un montón de cosas encima le desequilibraba, y el no prestar atención al camino le llevó a chocarse con alguien. La fuerza del golpe, aunado a la poca resistencia que tenía la pelirroja, le lanzó al suelo junto con sus pertenencias.
—¡Ay, no! —exclamó al instante, recogiendo su libreta, la cual se había alcanzado a mojar de un lado. Le costó mucho ponerse en pie. —. ¡No, no, no, no!
La chica se dio cuenta de que había una persona más en el suelo, una que había tenido una encomienda similar a la suya, tal vez. Se apresuró a ir a por ella, cubriéndole con el paraguas.
—¡Ay, lo siento! Estaba de boba embobada otra vez... ¿Te lastimaste? — Se guardó la libretita en el abrigo y le tendió la mano.
Sin embargo, su mente estaba en otro lado: llevaba el paraguas apresado con el brazo izquierdo, y la bolsa de las compras con el derecho, mientras que usaba las manos torpemente para escribir cosas en una libreta pequeña. Estaba, por supuesto, anotando ideas para una canción.
Claro, el llevar un montón de cosas encima le desequilibraba, y el no prestar atención al camino le llevó a chocarse con alguien. La fuerza del golpe, aunado a la poca resistencia que tenía la pelirroja, le lanzó al suelo junto con sus pertenencias.
—¡Ay, no! —exclamó al instante, recogiendo su libreta, la cual se había alcanzado a mojar de un lado. Le costó mucho ponerse en pie. —. ¡No, no, no, no!
La chica se dio cuenta de que había una persona más en el suelo, una que había tenido una encomienda similar a la suya, tal vez. Se apresuró a ir a por ella, cubriéndole con el paraguas.
—¡Ay, lo siento! Estaba de boba embobada otra vez... ¿Te lastimaste? — Se guardó la libretita en el abrigo y le tendió la mano.