17/07/2022, 20:53
—¡Ay, no! ¡No, no, no, no! —Una voz femenina, desconocida para ella, la sobresaltó. Se trataba de una hermosa joven, que debía tener más o menos su misma edad, que se afanaba por recoger una libreta del suelo antes de que se mojara aún más. Tenía el cabello largo y ondulado, de un vibrante color rojo. Apenas tardó unos segundos en reparar en su presencia—: ¡Ay, lo siento! Estaba de boba embobada otra vez... ¿Te lastimaste? —le preguntó, cubriéndola gentilmente con el paraguas.
Ayame aceptó la mano que le tendía para reincorporarse; pero, llena de apuro, negó con la cabeza enérgicamente en respuesta a la última pregunta formulada y realizó varias reverencias de disculpa en cuanto se puso en pie. Se apresuró a recoger sus propias bolsas para evitar que se empapara su contenido y se echara a perder, pero no dejaba de mirar a la desconocida por el rabillo del ojo.
Algo en ella le resultaba familiar, pero no atinaba a decir el qué.
Ayame aceptó la mano que le tendía para reincorporarse; pero, llena de apuro, negó con la cabeza enérgicamente en respuesta a la última pregunta formulada y realizó varias reverencias de disculpa en cuanto se puso en pie. Se apresuró a recoger sus propias bolsas para evitar que se empapara su contenido y se echara a perder, pero no dejaba de mirar a la desconocida por el rabillo del ojo.
Algo en ella le resultaba familiar, pero no atinaba a decir el qué.