23/07/2022, 00:15
La chica parecía sorprendida de que notara un tatuaje tan lindo. Sin embargo, no habló, sino que se agachó para escribir en el suelo. Suzume inclinó la cabeza, levemente confundida.
—¿Aya... Me? —la pelirroja la miró, extrañada. ¿Iris? ¿Cómo iba a ser una flor? Lo de su frente era claramente una lun- aaaah... —. Aaaah, ya veo... Tú te llamas Ayame. ¡Qué bonito nombre! Yo...
Se mordió la lengua. ¿Por qué la chica no había hablado? ¿Tendría algún problema con su voz? Suzume decidió seguirle el juego. Buscó la última hoja de su libreta y escribió algo que pronto enseñó a Ayame.
«Mi nombre es Murakisho Suzume. ¡Todo un gusto!»
La nota tenía un muy sencillo dibujo de un pajarito, y Suzume sonrió al mostrársela.
—¿Aya... Me? —la pelirroja la miró, extrañada. ¿Iris? ¿Cómo iba a ser una flor? Lo de su frente era claramente una lun- aaaah... —. Aaaah, ya veo... Tú te llamas Ayame. ¡Qué bonito nombre! Yo...
Se mordió la lengua. ¿Por qué la chica no había hablado? ¿Tendría algún problema con su voz? Suzume decidió seguirle el juego. Buscó la última hoja de su libreta y escribió algo que pronto enseñó a Ayame.
«Mi nombre es Murakisho Suzume. ¡Todo un gusto!»
La nota tenía un muy sencillo dibujo de un pajarito, y Suzume sonrió al mostrársela.