25/07/2022, 20:48
Ren salió del lugar y se quedó fuera pensando en la información que había recopilado antes de dirigirse a su último destino.
El barrio en el que estaba no era mucho mejor que el del gimnasio, tampoco estaba tan lejos como para tener margen de cambiar demasiado. Sin embargo, el edificio en sí era otra historia completamente.
Estaba hecho de madera y era de un color rojo suave. Toda la madera brillaba como si acabase de ser barnizada y tenía una elegancia dificil de contestar. En su entrada tenía una puerta doble de la misma madera, ésta pintada de blanca con una flor roja en el centro, justo donde se abría. Aunque ese dibujo no se podía ver, pues las puertas estaban abiertas de par en par.
En la fachada se podían ver varios ventanales en los dos pisos que tenía el edificio, de todos se oían risas y salían luces calidas. No podía verse a través de ellos claramente, pues parecía que los cristales eran solo translucidos, pero transmitían un sentimiento calido.
En la entrada había un mostrador, detrás del cual había una joven con su cabello rubio recogido en una coleta alta y revisaba una especie de agenda sin hacer mucho caso a cualquier persona que estuviese fuera del lugar. A derecha e izquierda había puertas, que probablemente llevaban a las habitaciones de esas ventanas, y detrás un pasillo con más puertas y unas escaleras al final.
El barrio en el que estaba no era mucho mejor que el del gimnasio, tampoco estaba tan lejos como para tener margen de cambiar demasiado. Sin embargo, el edificio en sí era otra historia completamente.
Estaba hecho de madera y era de un color rojo suave. Toda la madera brillaba como si acabase de ser barnizada y tenía una elegancia dificil de contestar. En su entrada tenía una puerta doble de la misma madera, ésta pintada de blanca con una flor roja en el centro, justo donde se abría. Aunque ese dibujo no se podía ver, pues las puertas estaban abiertas de par en par.
En la fachada se podían ver varios ventanales en los dos pisos que tenía el edificio, de todos se oían risas y salían luces calidas. No podía verse a través de ellos claramente, pues parecía que los cristales eran solo translucidos, pero transmitían un sentimiento calido.
En la entrada había un mostrador, detrás del cual había una joven con su cabello rubio recogido en una coleta alta y revisaba una especie de agenda sin hacer mucho caso a cualquier persona que estuviese fuera del lugar. A derecha e izquierda había puertas, que probablemente llevaban a las habitaciones de esas ventanas, y detrás un pasillo con más puertas y unas escaleras al final.