29/07/2022, 20:22
(Última modificación: 29/07/2022, 20:24 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
La pregunta quedó suspendida en el aire como una flecha atravesando jirones de nubes. Pero la saeta terminaría por caer, y solo quedaba por adivinar dónde aterrizaría.
De pronto, la tierra bajo sus pies cayó, y por un instante creyó que pudo ser obra de Yota. «¡Imposible, no es tan bueno!», se cuestionó, alarmado y cegado por una luz azul. Cuando fue capaz de abrir los ojos de nuevo, uno perlado por el rojo del Sharingan, sus pies volvían a pisar terreno firme. Estaba encharcado, y la lluvia caía sobre sus cabezas.
«Lluvia…» Ya no estaban al amparo de la arboleda del Bosque de Azur. Por un instante, miró las espadas que empuñaba. Su antiguo dueño, el tercer hijo de la Primera Tormenta. Iba a tener que repasar la historia de Amegakure, preguntándole a algún amejin. Bueno, preferiblemente, examejin. Aunque al precio al que estaba su cabeza, dudaba que hubiese diferencia del nivel de hostilidad. Desde luego, el Bosque de Azur era una maraña de entresijos, sorpresas y secretos, y él no había descubierto la verdad tras el truco de magia. Eso le fastidiaba, pero ahora mismo tenía cosas más apremiantes de las que ocuparse.
Miró de nuevo a Yota.
—¿Qué va a ser, lechugo?
De pronto, la tierra bajo sus pies cayó, y por un instante creyó que pudo ser obra de Yota. «¡Imposible, no es tan bueno!», se cuestionó, alarmado y cegado por una luz azul. Cuando fue capaz de abrir los ojos de nuevo, uno perlado por el rojo del Sharingan, sus pies volvían a pisar terreno firme. Estaba encharcado, y la lluvia caía sobre sus cabezas.
«Lluvia…» Ya no estaban al amparo de la arboleda del Bosque de Azur. Por un instante, miró las espadas que empuñaba. Su antiguo dueño, el tercer hijo de la Primera Tormenta. Iba a tener que repasar la historia de Amegakure, preguntándole a algún amejin. Bueno, preferiblemente, examejin. Aunque al precio al que estaba su cabeza, dudaba que hubiese diferencia del nivel de hostilidad. Desde luego, el Bosque de Azur era una maraña de entresijos, sorpresas y secretos, y él no había descubierto la verdad tras el truco de magia. Eso le fastidiaba, pero ahora mismo tenía cosas más apremiantes de las que ocuparse.
Miró de nuevo a Yota.
—¿Qué va a ser, lechugo?