2/08/2022, 22:18
Era primera hora de la mañana. Una hora completamente absurda para que Inuzuka Paddo estuviese trabajando. Ni él ni su perro ninja compañero estaban en la mejor de las condiciones. El can estaba sobre el mostrador tumbado bocarriba durmiendo a pierna suelta. A pesar de la posición y del aspecto de sueño profundo que presentaba el animal, no emitía ni un sonido, si no fuese por el movimiento intermitente de su pata trasera izquierda parecería que estaba muerto.
Por el contrario, Paddo no podía permitirse dormirse tan placidamente como su compañero e iba despachando a la gente que se aparecía. Por suerte, la afluencia en el edificio de la Morikage estaba bajo minimos. No solo se habían tenido que ausentar la mitad de los encargados para prepararse para la guerra sino que los shinobis en activo habían decidido aprovechar el tiempo que les quedase antes de embarcarse a la batalla para pasarlo con sus familias. Pocos ninjas venían a por misiones y aún menos a saludar.
— Aquí no se entregan esos formularios, sube a la primera planta y pregunta por Karita. — y así despachó al último chunin de la cola.
Todo el mundo se pensaba que era un mostrador de recepción y no, era el mostrador de las misiones. Ni los veteranos se esforzaban en usar las cosas para su proposito original. En fin, que Paddo vio a los dos muchachos hablando entre ellos y pensó en decirles algo, pero prefirió descansar los ojos unos segundos. Ya vendrían a decirle algo cuando quisieran, tampoco había ninguna prisa ¿no?