21/08/2022, 17:23
Me quedé completamente dormida en el tren, hasta el punto que si no llega a ser por uno de los supervisores que me despertó me hubiera saltado la estación en la que debía bajarme. O tal vez dos o tres. Desde que llegó aquella carta no pude apenas pegar ojo. ¿Por qué debía de hacer esa misión en un lugar tan conflictivo? ¿Porqué no podía perseguir gatitos? O tal vez que me hubieran mandado a ordenar algo, repartir el correo ¡Lo que sea! Bastante problema me suponía dejar mi casa para comprar tres o cuatro cosas para comer como para irme a los confines del mundo donde se estaba librando una guerra civil.
Por suerte para mi me podía mover con relativa facilidad entre las calles hasta alcanzar mi objetivo. En cualquier caso ahora que estaba de misión no era simplemente Yamikami Yuu, una simple chica huerfana. Era Kurokame Kurokami, la hija de la Gran Oscuridad del Caos y la Destrucción.
Poco después, una chica tan radiante como el sol empezó a acercarse desde una de las calles hasta mí. ¿Querría venderme algo? ¿O robarme? No, una chica así de guapa no podía dedicarse a algo así de sucio. A lo mejor era una princesa que se había escapado y buscaba ayuda de alguien que la escoltara, y el reflejo de mi placa la había atraído para preguntarme.
— Kurokame Kurokami, la gran catastrofe — respondí negando mi auténtico nombre, extendiendo una de mis manos y llevando la contraria a uno de mis ojos para taparlo separando algo mis piernas. En cualquier caso seguía siendo una desconocida.
Por suerte para mi me podía mover con relativa facilidad entre las calles hasta alcanzar mi objetivo. En cualquier caso ahora que estaba de misión no era simplemente Yamikami Yuu, una simple chica huerfana. Era Kurokame Kurokami, la hija de la Gran Oscuridad del Caos y la Destrucción.
Poco después, una chica tan radiante como el sol empezó a acercarse desde una de las calles hasta mí. ¿Querría venderme algo? ¿O robarme? No, una chica así de guapa no podía dedicarse a algo así de sucio. A lo mejor era una princesa que se había escapado y buscaba ayuda de alguien que la escoltara, y el reflejo de mi placa la había atraído para preguntarme.
— Kurokame Kurokami, la gran catastrofe — respondí negando mi auténtico nombre, extendiendo una de mis manos y llevando la contraria a uno de mis ojos para taparlo separando algo mis piernas. En cualquier caso seguía siendo una desconocida.