21/08/2022, 21:31
(Última modificación: 30/08/2022, 16:59 por Shikaku Kei. Editado 6 veces en total.)
A primera hora de la mañana la luz está sobre los tejados más altos de Kusagakure y todavía hay faroles que iluminan con timidez los rincones de sus calles. Los más madrugadores empiezan a preparar sus negocios, así que se escucha el estruendo de las persianas correderas y los primeros carros que llegan del campo. A Kei le gustan las sensaciones de la villa a esa hora: el olor a tierra y a brisa marina, el polvo que levantan los carros, el voceo de los campesinos a los comerciantes... la melodía de una abundancia ahora abocada a los compases de la guerra contra Kurama. Al salir de las callejuelas a la plaza del mercado puede discernir que hay muchos más carros que de costumbre y que algunos chunin gestionan el reparto de mercancías.
«Así de mal estamos...»
Continúa caminando hasta llegar a la calle principal que lleva al edificio del Morikage. Se detiene en el último cruce de caminos antes de llegar al recinto y se acerca a un jardín que es la entrada a un pequeño bosque de abundante vegetación. Allí, se sienta sobre una de las raíces de un árbol antiguo y cierra los ojos durante un rato.
— ¡Buenos días onii san! — la voz de Jin saca a Kei del trance — ¡Qué madrugador!
— Ni que lo digas, hoy no he pegado ojo — se toca la nuca y sonríe con resignación.
— Nos darán la misión, no te preocupes.
Meses atrás, Kei tomó parte en una misión que resultó en fracaso. Tenían que encontrar el gato de un hombre de importancia incipiente y este terminó despeñándose por un barranco. El solicitante de la misión exigió un castigo ejemplar para el equipo y, aunque Kei no había tenido nada que ver en el desenlace, tuvo que pagar el mismo precio que sus compañeros. Todo esto le costó unos meses de suspensión de la licencia de genin para hacer misiones. Por suerte para Jin, en esa ocasión ella estaba participando en otra misión en la que sus capacidades de rastreo resultaron críticas para cumplir el objetivo.
— ¿Pues vamos no? — Kei se levanta de su asiento y camina junto a Jin hacia el recinto de la Morikage.
Al mirar la entrada del edificio resalta el símbolo de la villa, que adorna la puerta principal, y está notablemente en armonía con los tonos naturales de la madera de los cimientos y los adornos brillantes de bambú. Cuando entran en la recepción Jin señala los bancos al lado del amplio mueble de la recepción.
—¿Te sientas?
— Esperaré de pie.
— Pues peor para ti... — se baja la gafas y frunce el ceño — Yo que tu reservaría la energía para la misión. La última vez no te fue demasiado bien — Jin se sienta en el banco y sonríe burlonamente a Kei — Te veo nervioso — bromea.
— Te vas de lista… lo que tenga que ser será — se cruza de brazos.
«Así de mal estamos...»
Continúa caminando hasta llegar a la calle principal que lleva al edificio del Morikage. Se detiene en el último cruce de caminos antes de llegar al recinto y se acerca a un jardín que es la entrada a un pequeño bosque de abundante vegetación. Allí, se sienta sobre una de las raíces de un árbol antiguo y cierra los ojos durante un rato.
— ¡Buenos días onii san! — la voz de Jin saca a Kei del trance — ¡Qué madrugador!
— Ni que lo digas, hoy no he pegado ojo — se toca la nuca y sonríe con resignación.
— Nos darán la misión, no te preocupes.
Meses atrás, Kei tomó parte en una misión que resultó en fracaso. Tenían que encontrar el gato de un hombre de importancia incipiente y este terminó despeñándose por un barranco. El solicitante de la misión exigió un castigo ejemplar para el equipo y, aunque Kei no había tenido nada que ver en el desenlace, tuvo que pagar el mismo precio que sus compañeros. Todo esto le costó unos meses de suspensión de la licencia de genin para hacer misiones. Por suerte para Jin, en esa ocasión ella estaba participando en otra misión en la que sus capacidades de rastreo resultaron críticas para cumplir el objetivo.
— ¿Pues vamos no? — Kei se levanta de su asiento y camina junto a Jin hacia el recinto de la Morikage.
Al mirar la entrada del edificio resalta el símbolo de la villa, que adorna la puerta principal, y está notablemente en armonía con los tonos naturales de la madera de los cimientos y los adornos brillantes de bambú. Cuando entran en la recepción Jin señala los bancos al lado del amplio mueble de la recepción.
—¿Te sientas?
— Esperaré de pie.
— Pues peor para ti... — se baja la gafas y frunce el ceño — Yo que tu reservaría la energía para la misión. La última vez no te fue demasiado bien — Jin se sienta en el banco y sonríe burlonamente a Kei — Te veo nervioso — bromea.
— Te vas de lista… lo que tenga que ser será — se cruza de brazos.