29/08/2022, 19:42
(Última modificación: 29/08/2022, 19:42 por Tsukiyama Daigo.)
El hombre suspiró. En aquellos momentos no parecía querer las duras palabras de Jin ni los ánimos de Kei.
— Creo que os llaman. —Le dijo, intentando apresurar el final de aquella conversación.
Cuando los jóvenes se dirigieron al mostrador, aquel hombre volvió a hundir la cara en sus manos. Era cierto que el ambiente en la aldea había sido más bien serio durante aquella época. Había gente preocupada, gente temerosa y gente que hacía todo lo posible por prepararse para lo peor, pero él parecía estar completamente destrozado.
El chico que había tras el mostrador se llevó una mano tras la nuca y rio un poco. Ciertamente llevaba un buen lío y no parecía que estuviese ninguno de los encargados presente para enseñarle como funcionaba todo. En resumen: estaba jodido, pero al menos se esforzaba en hacer bien su trabajo para que las misiones siguiesen circulando.
— Sí... al final tendré que pedir yo una misión para que alguien me ayude. —Bromeó—. ¿Los dos sois genin? Si es así, creo que tengo una misión para vosotros...
Se agachó entonces para buscar entre los pergaminos que tenía preparados, pero al volver a erguirse acabó por pegarse con el mostrador.
— ¡Ay! —Se quejó, antes de tenderle el pergamino a Kei mientras se acariciaba la cabeza—. Aquí tienen.
— Creo que os llaman. —Le dijo, intentando apresurar el final de aquella conversación.
Cuando los jóvenes se dirigieron al mostrador, aquel hombre volvió a hundir la cara en sus manos. Era cierto que el ambiente en la aldea había sido más bien serio durante aquella época. Había gente preocupada, gente temerosa y gente que hacía todo lo posible por prepararse para lo peor, pero él parecía estar completamente destrozado.
El chico que había tras el mostrador se llevó una mano tras la nuca y rio un poco. Ciertamente llevaba un buen lío y no parecía que estuviese ninguno de los encargados presente para enseñarle como funcionaba todo. En resumen: estaba jodido, pero al menos se esforzaba en hacer bien su trabajo para que las misiones siguiesen circulando.
— Sí... al final tendré que pedir yo una misión para que alguien me ayude. —Bromeó—. ¿Los dos sois genin? Si es así, creo que tengo una misión para vosotros...
Se agachó entonces para buscar entre los pergaminos que tenía preparados, pero al volver a erguirse acabó por pegarse con el mostrador.
— ¡Ay! —Se quejó, antes de tenderle el pergamino a Kei mientras se acariciaba la cabeza—. Aquí tienen.