2/09/2022, 13:31
(Última modificación: 2/09/2022, 13:34 por Shikaku Kei. Editado 3 veces en total.)
Después de desayunar algo rápido con unos amigos de la academia y de pedirles ayuda para llegar al parque del mapa, Jin y Kei llegan a su entrada, desde donde observan los alrededores. A Kei le sorprende el ímpetu que la aldea demuestra; eso le hace sentirse orgulloso de pertenecer a su nación; en Kusagakure muy pocos han tirado la toalla y en general, parece que la confianza en la victoria es total.
Kei se acerca a la zona de entrenamiento y mira como uno de los genin se desquita con uno de los peleles. Jin se aleja hacia el lago, donde un especialista en suiton enseña a un novato cómo transformar el agua que los rodea en un tiburón. Durante el segundo intento, al genin no le va muy bien y la técnica le estalla en la cara. En ese momento, Jin llama con un silbido a Kei y se golpea las piernas muerta de risa. Kei, que ahora atiende al papel con el mapa, no le hace caso.
— ¡Ven aquí anda! — exclama Kei.
— Lo que tú digas aguafiestas — responde Jin.
Kei señala hacia un claro que hay más allá del lago, en la dirección contraria a los muñecos de entrenamiento. Cuando llegan, confundidos, vuelven a revisar varias veces el mapa.
— Increíble… Será verdad lo del árbol — Kei lleva las manos a la cintura y mira al cielo con una mueca de incredulidad en la cara — No me lo puedo creer.
— ¡La hostia, eso sí que no me lo esperaba!
Jin corre hacia el centro del claro y se detiene al ver la tierra removida del suelo. Kei por otra parte, intenta encontrar algún árbol que encaje en la posición del mapa, aunque está claro que no lo consigue. Camina de un lado a otro como esperando a que el árbol brote espontáneamente del suelo con el gato durmiendo apaciblemente sobre sus ramas; entonces el gato se despertaría y se dejaría caer con delicadeza en sus brazos, y él correría a devolverlo a su dueña para conseguir la redención de sus pecados en un tiempo récord.
«Soñar es gratis...»
— Te parecerá bonito onii-san, ¡espabila! — Jin, que estaba agachada con las manos en la masa, se levanta — Esta tierra parece sospechosa, ¿no crees?
— Bueno, todo esto es tan raro que no me extraña que sospeches de la tierra.
— No lo digo por eso idiota. Huele como tu jardín cuando trasplantas.
Kei se agacha sobre la tierra, toma un puñado con la mano y lo acerca a la nariz. Jin mira a los genin del parque.
— Podríamos preguntarles a ver si saben algo.
Kei se acerca a la zona de entrenamiento y mira como uno de los genin se desquita con uno de los peleles. Jin se aleja hacia el lago, donde un especialista en suiton enseña a un novato cómo transformar el agua que los rodea en un tiburón. Durante el segundo intento, al genin no le va muy bien y la técnica le estalla en la cara. En ese momento, Jin llama con un silbido a Kei y se golpea las piernas muerta de risa. Kei, que ahora atiende al papel con el mapa, no le hace caso.
— ¡Ven aquí anda! — exclama Kei.
— Lo que tú digas aguafiestas — responde Jin.
Kei señala hacia un claro que hay más allá del lago, en la dirección contraria a los muñecos de entrenamiento. Cuando llegan, confundidos, vuelven a revisar varias veces el mapa.
— Increíble… Será verdad lo del árbol — Kei lleva las manos a la cintura y mira al cielo con una mueca de incredulidad en la cara — No me lo puedo creer.
— ¡La hostia, eso sí que no me lo esperaba!
Jin corre hacia el centro del claro y se detiene al ver la tierra removida del suelo. Kei por otra parte, intenta encontrar algún árbol que encaje en la posición del mapa, aunque está claro que no lo consigue. Camina de un lado a otro como esperando a que el árbol brote espontáneamente del suelo con el gato durmiendo apaciblemente sobre sus ramas; entonces el gato se despertaría y se dejaría caer con delicadeza en sus brazos, y él correría a devolverlo a su dueña para conseguir la redención de sus pecados en un tiempo récord.
«Soñar es gratis...»
— Te parecerá bonito onii-san, ¡espabila! — Jin, que estaba agachada con las manos en la masa, se levanta — Esta tierra parece sospechosa, ¿no crees?
— Bueno, todo esto es tan raro que no me extraña que sospeches de la tierra.
— No lo digo por eso idiota. Huele como tu jardín cuando trasplantas.
Kei se agacha sobre la tierra, toma un puñado con la mano y lo acerca a la nariz. Jin mira a los genin del parque.
— Podríamos preguntarles a ver si saben algo.