14/02/2016, 05:28
Tras mucho pensarlo y analizarlo, la joven de Takigakure decidió dar un giro a su vida, dejar de valerse por lo que hizo alguna vez en la academia y de la fama que su propio padre consiguió al apellido y comenzar a movilizarse para ser reconocida no solo por su apellido, sino también por su nombre. Que cada quién que escuche el nombre sea capaz de reconocerlo por si solo y no por algún vínculo con nadie más, siquiera le interesaba que la reconocieran por algún mérito de la villa o similar no, quería que su nombre, Sakamoto Noemi, fuese reconocido en todos lados.
Depender solamente de su físico no le parecía lo mejor, después de todo podría llegar alguien más con mejor cuerpo y rostro y sacarle el título fácilmente, además que la belleza sería algo pasajero y conforme pasaran los años, suponiendo que se hiciera la fama por este factor, pasaría a ser un cuento "Alguna vez fue una belleza..." y nada más, en cambio si lograba hazañas a nivel shinobi seguiría siendo reconocida con el pasar de los años tal y como sucede con aquellos tres que en la actualidad poseen tres estatuas representativas de si mismos en el Valle del Fin.
~ Suzumi Kouta… Uzumaki Shiomaru… Koichi Riona… ~ Recitaba en su mente la kunoichi de dorada cabellera en lo que recorría diversos senderos sin hacer uso de su fortuna para pagarse algún medio de transporte, había decidido privarse de casi todo tipo de lujo con tal de lograr mejorías en su estado físico y por ende mejorar su rendimiento como shinobi, después de todo era bastante escuálida y carecía casi completamente de experiencia real, además que nunca en su vida había estado en una situación de vida o muerte.
Este viaje no era algo improvisado ni mucho menos sin motivos, tenía planeado llegar hasta el país del fuego donde su padre le comentó acerca de la existencia de un conjunto de dojos en los que él mismo había entrenado en su debido momento. Según él, si ingresaba a cierto dojo en particular y hablaba con los más ancianos deberían de reconocer el apellido y no por hacer mal las cosas, aunque claro, la habilidad de Kaiser se basaba justamente en el uso de armas blancas mientras que Noemi sabía mejor como arrojar cosas, entre ellas platos pero claro, en su espalda había una katana que nunca en su existencia fue utilizada y ya iba siendo hora de que aprendiese a utilizarla. Eso sin mencionar que de tan escualida que era siquiera podía manipularla correctamente con una sola mano.
Tras una caminata de varios días, Sakamoto finalmente llegó a lo que en teoría era el lugar indicado pero en su lugar lo único que veía era un hermoso risco que posiblemente si caía moriría irremediablemente. ~ Encima hay ríos… ~ Pensaba al asomarse y vislumbrar al fondo el agua que corría con gran caudal, una pena que la chica no supiese nadar ni andar sobre el agua. Siendo esa la situación, la kunoichi decidió simplemente seguir su viaje como hasta ahora, deambulando de un lado a otro evitando en medida de lo posible los ríos para evitar accidentes y también tenía que vérselas con algún que otro animal salvaje pero nada del otro mundo, siquiera llegaban a atacarla que se sentían intimidados por la katana al ser desenfundada. El único problema que se le presentaba era que al haber dado mil vueltas por el país del fuego ya no sabía como debía de ver el mapa, no tenía manera de darse cuenta si lo estaba viendo de revés, de lado o como fuese y por ende se decidió a caminar en línea recta con la esperanza de que llegaría a algún lado algún día.
Lo más deprimente del caso de Noemi, era que previamente había pasado por lo que parecía ser un pueblo o algo similar que justamente era su objetivo, los dojos del combatiente, pero al pasar con la mirada clavada en la dirección contraria siquiera se percató de nada y de ahí que ahora estuviese dando vueltas aleatorias cerca del lugar. — ¡Última vez que te acepto un mapa! — Gritó a todo pulmón la kunoichi que ya estaba más que fastidiada de estar deambulando por todos lados sin llegar a ningún lugar, para colmo había tenido que pasarse por un sector del país de la tormenta justo en un momento en que llovía. El lado positivo era que se había vestido suponiendo que terminaría padeciendo frío en algún momento de su viaje y no padeció tanto.
Depender solamente de su físico no le parecía lo mejor, después de todo podría llegar alguien más con mejor cuerpo y rostro y sacarle el título fácilmente, además que la belleza sería algo pasajero y conforme pasaran los años, suponiendo que se hiciera la fama por este factor, pasaría a ser un cuento "Alguna vez fue una belleza..." y nada más, en cambio si lograba hazañas a nivel shinobi seguiría siendo reconocida con el pasar de los años tal y como sucede con aquellos tres que en la actualidad poseen tres estatuas representativas de si mismos en el Valle del Fin.
~ Suzumi Kouta… Uzumaki Shiomaru… Koichi Riona… ~ Recitaba en su mente la kunoichi de dorada cabellera en lo que recorría diversos senderos sin hacer uso de su fortuna para pagarse algún medio de transporte, había decidido privarse de casi todo tipo de lujo con tal de lograr mejorías en su estado físico y por ende mejorar su rendimiento como shinobi, después de todo era bastante escuálida y carecía casi completamente de experiencia real, además que nunca en su vida había estado en una situación de vida o muerte.
Este viaje no era algo improvisado ni mucho menos sin motivos, tenía planeado llegar hasta el país del fuego donde su padre le comentó acerca de la existencia de un conjunto de dojos en los que él mismo había entrenado en su debido momento. Según él, si ingresaba a cierto dojo en particular y hablaba con los más ancianos deberían de reconocer el apellido y no por hacer mal las cosas, aunque claro, la habilidad de Kaiser se basaba justamente en el uso de armas blancas mientras que Noemi sabía mejor como arrojar cosas, entre ellas platos pero claro, en su espalda había una katana que nunca en su existencia fue utilizada y ya iba siendo hora de que aprendiese a utilizarla. Eso sin mencionar que de tan escualida que era siquiera podía manipularla correctamente con una sola mano.
Tras una caminata de varios días, Sakamoto finalmente llegó a lo que en teoría era el lugar indicado pero en su lugar lo único que veía era un hermoso risco que posiblemente si caía moriría irremediablemente. ~ Encima hay ríos… ~ Pensaba al asomarse y vislumbrar al fondo el agua que corría con gran caudal, una pena que la chica no supiese nadar ni andar sobre el agua. Siendo esa la situación, la kunoichi decidió simplemente seguir su viaje como hasta ahora, deambulando de un lado a otro evitando en medida de lo posible los ríos para evitar accidentes y también tenía que vérselas con algún que otro animal salvaje pero nada del otro mundo, siquiera llegaban a atacarla que se sentían intimidados por la katana al ser desenfundada. El único problema que se le presentaba era que al haber dado mil vueltas por el país del fuego ya no sabía como debía de ver el mapa, no tenía manera de darse cuenta si lo estaba viendo de revés, de lado o como fuese y por ende se decidió a caminar en línea recta con la esperanza de que llegaría a algún lado algún día.
Lo más deprimente del caso de Noemi, era que previamente había pasado por lo que parecía ser un pueblo o algo similar que justamente era su objetivo, los dojos del combatiente, pero al pasar con la mirada clavada en la dirección contraria siquiera se percató de nada y de ahí que ahora estuviese dando vueltas aleatorias cerca del lugar. — ¡Última vez que te acepto un mapa! — Gritó a todo pulmón la kunoichi que ya estaba más que fastidiada de estar deambulando por todos lados sin llegar a ningún lugar, para colmo había tenido que pasarse por un sector del país de la tormenta justo en un momento en que llovía. El lado positivo era que se había vestido suponiendo que terminaría padeciendo frío en algún momento de su viaje y no padeció tanto.