8/09/2022, 15:55
El rostro de Suzume se iluminó con una súbita emoción ante la pregunta de Ayame. Recogió su libreta rápidamente y el lápiz prácticamente voló por la hoja, entre letras y dibujitos de todo tipo:
Los ojos de Ayame se Ayame se habían abierto con sorpresa al leer su respuesta. Así que no sólo componía canciones, ¡sino que también las tocaba y las cantaba en público! Un extraño sentimiento aleteó en su pecho durante un instante. Un sentimiento que había estado dormido hasta entonces y que empujaba por abrirse paso hasta su garganta. En su mente se dibujaban más y más recuerdos. ¿Que si le gustaba la música? Prácticamente había subido arrastrada a un escenario en la misma capital del País del Fuego acompañada de otra kunoichi a la que hacía demasiado tiempo que no había vuelto a ver. ¿Que si le gustaba cantar? Había utilizado su voz para diseñar buena parte de sus técnicas de kunoichi...
Pero Ayame tragó saliva. Agarró aquel sentimiento que empujaba su pecho y volvió a hundirlo en las profundidades de su ser, donde debía estar. De eso hacía mucho tiempo. Demasiado. Una zarpa de afiladas garras se había cerrado en torno a su garganta y ya había pasado una eternidad desde que había pronunciado siquiera una palabra. El silencio era ahora su acompañante. Y así habría de seguir siendo...
El lápiz se había quedado suspendido a escasos centímetros del papel. Ayame alzó ligeramente la cabeza, lo justo para ver los implorantes ojos de Suzume fijos en ella, esperando su respuesta. Al final, dejó escapar el aire por la nariz, escribió algo con reticente lentitud y se obligó a esbozar una sonrisa. Otra sonrisa más añadida a su eterna máscara.
«¡No te preocupes! Ya vendrán de nuevo, las palabras siempre regresan!
¡Y sí! Me gusta tanto escribir canciones como cantarlas. ¡También toco!
A veces tengo presentaciones en algunos sitios de Amegakure. ¡Podrías venir, si quieres!
Si te gusta la música y el canto, digo...»
¡Y sí! Me gusta tanto escribir canciones como cantarlas. ¡También toco!
A veces tengo presentaciones en algunos sitios de Amegakure. ¡Podrías venir, si quieres!
Si te gusta la música y el canto, digo...»
Los ojos de Ayame se Ayame se habían abierto con sorpresa al leer su respuesta. Así que no sólo componía canciones, ¡sino que también las tocaba y las cantaba en público! Un extraño sentimiento aleteó en su pecho durante un instante. Un sentimiento que había estado dormido hasta entonces y que empujaba por abrirse paso hasta su garganta. En su mente se dibujaban más y más recuerdos. ¿Que si le gustaba la música? Prácticamente había subido arrastrada a un escenario en la misma capital del País del Fuego acompañada de otra kunoichi a la que hacía demasiado tiempo que no había vuelto a ver. ¿Que si le gustaba cantar? Había utilizado su voz para diseñar buena parte de sus técnicas de kunoichi...
Pero Ayame tragó saliva. Agarró aquel sentimiento que empujaba su pecho y volvió a hundirlo en las profundidades de su ser, donde debía estar. De eso hacía mucho tiempo. Demasiado. Una zarpa de afiladas garras se había cerrado en torno a su garganta y ya había pasado una eternidad desde que había pronunciado siquiera una palabra. El silencio era ahora su acompañante. Y así habría de seguir siendo...
El lápiz se había quedado suspendido a escasos centímetros del papel. Ayame alzó ligeramente la cabeza, lo justo para ver los implorantes ojos de Suzume fijos en ella, esperando su respuesta. Al final, dejó escapar el aire por la nariz, escribió algo con reticente lentitud y se obligó a esbozar una sonrisa. Otra sonrisa más añadida a su eterna máscara.
«Sería un honor escucharte, Suzume : )»