14/02/2016, 20:43
- Nosotros seguro que no… - Respondió la kunoichi que estaba un tanto descolocada por las dimensiones de la misma.
Juro asintió, silenciosamente. El razonamiento era irrefutable.
Ditduko siguió caminando sin mediar palabra. Juro la siguió, tratando de obsevar el ambiente por el camino. Había más vitrinas, pero todas relacionadas con las hachas. No es que fueran malas armas, claro, prefería las hachas mucho antes que cualquier katana, pero lo cierto era que en ese mismo momento, las hachas estaban fuera de su alcance.
"Puede que dentro de algún tiempo... Tengo que entrenar más. Un shinobi no puede ser tan debilucho..." - reflexionó Juro, cruzandose de brazos.
- Mira… - Dijo ella alzando la mano para señalar lo que había tras aquella vitrina.
- ¿Hmm?
Juro, perdido en el mar de sus pensamiento, trató de entender que quería decir su acompañante. Al levantar la mirada hacia dicha vitrina, lo entendió.
- La kusarigama que decías. -
Si, ahí estaba el arma. La cadena que tanto le había hecho reflexionar. Juro la examinó durante unos momentos. Era un arma interesante, eso desde luego, sin embargo, no tenia nada de elegancia. Bajo la vista hacia el látigo que guardaba, escondido. No se podía comparar para nada. Alzó la cabeza para decirselo a la chica, pero se encontró con que esta no estaba ya a su lado.
No se había alejado mucho, eso era cierto. Juro la encontró mirando fijamente una vitrina, que pronto identificó con una gran sorpresa. Dentro había una gran guadaña, retocada y decorada de una forma bastante bonita. Bonita en lo que se refiere a un arma mortal, claro. En eso le recordaba a su látigo, ideal para su función.
- Vaya... - murmuró, con un silbido de admiración - Eso si es un arma. Elegante, y util. Aunque me pregunto quién podría cargar con eso por la calle.
De repente, imaginó otra vez a Ditduko con la mascara de calavera y con la guadaña gigante a su espalda, paseando tranquilamente por la calle, con la gente apartandose y gritando de horror. Vaya, si eso ya lo había imaginado antes. Que cosas.
- Creo que te pega, ¿sabes? - dijo por fin, echandole un último vistazo.
Juro asintió, silenciosamente. El razonamiento era irrefutable.
Ditduko siguió caminando sin mediar palabra. Juro la siguió, tratando de obsevar el ambiente por el camino. Había más vitrinas, pero todas relacionadas con las hachas. No es que fueran malas armas, claro, prefería las hachas mucho antes que cualquier katana, pero lo cierto era que en ese mismo momento, las hachas estaban fuera de su alcance.
"Puede que dentro de algún tiempo... Tengo que entrenar más. Un shinobi no puede ser tan debilucho..." - reflexionó Juro, cruzandose de brazos.
- Mira… - Dijo ella alzando la mano para señalar lo que había tras aquella vitrina.
- ¿Hmm?
Juro, perdido en el mar de sus pensamiento, trató de entender que quería decir su acompañante. Al levantar la mirada hacia dicha vitrina, lo entendió.
- La kusarigama que decías. -
Si, ahí estaba el arma. La cadena que tanto le había hecho reflexionar. Juro la examinó durante unos momentos. Era un arma interesante, eso desde luego, sin embargo, no tenia nada de elegancia. Bajo la vista hacia el látigo que guardaba, escondido. No se podía comparar para nada. Alzó la cabeza para decirselo a la chica, pero se encontró con que esta no estaba ya a su lado.
No se había alejado mucho, eso era cierto. Juro la encontró mirando fijamente una vitrina, que pronto identificó con una gran sorpresa. Dentro había una gran guadaña, retocada y decorada de una forma bastante bonita. Bonita en lo que se refiere a un arma mortal, claro. En eso le recordaba a su látigo, ideal para su función.
- Vaya... - murmuró, con un silbido de admiración - Eso si es un arma. Elegante, y util. Aunque me pregunto quién podría cargar con eso por la calle.
De repente, imaginó otra vez a Ditduko con la mascara de calavera y con la guadaña gigante a su espalda, paseando tranquilamente por la calle, con la gente apartandose y gritando de horror. Vaya, si eso ya lo había imaginado antes. Que cosas.
- Creo que te pega, ¿sabes? - dijo por fin, echandole un último vistazo.