15/02/2016, 13:30
Fue un poco raro tener que dar tantas explicaciones. Para Kiroe había sido un shock: alguien que no veía desde hacía años y que como única despedida había dejado una carta en la que se consideraba culpable de la muerte de su marido, ahora tocaba su puerta acompañado de su hijo. Ichigo pasó la noche en la cabaña, y en ningún momento les dijo qué le traía por Yachi o qué había estado haciendo tantos años vagabundeando por el mundo, sin rumbo. Pero se terminó de convencer, y muy convencido además, que si quería redimirse la mejor opción que podía tomar era volver a Amegakure, donde sin duda pasaría algún tiempo encerrado, por desgracia.
A Daruu le entristecía, porque sabía que lo único malo que había hecho había sido abandonar la aldea. Pero uno no abandona una villa así como así, y aunque el crimen por desertar era menor si no se había causado mal alguno y si no cargabas secretos importantes sobre tus hombros, no creía que Yui-sama se hubiese tomado demasiado bien que sólo hubiese dejado una carta como despedida. Al fin y al cabo, siempre podría haber pedido permiso para vagar en libertad, siempre podría haber renunciado. Pero no dio la cara, y según Kiroe, Yui detestaba a los cobardes.
—Buena suerte, Ichigo —se despidió su madre—. ¡Recuerda darle la carta a Yui! Eso la aplacará. Creo...
Ichigo rió.
Nada me va a librar ya de unos mesecitos entre rejas —admitió—. Por si acaso, me aseguraré de que los guardias avisen a mis seres queridos que he vuelto antes de que vuelvan a sus puestos. Así tendré visita. Y podré disculparme por abandonarlos.
—¡Hasta luego, Ichigo-san! —exclamó Daruu, zarandeando la mano en un gesto de despedida.
—Venga, chico. Volveremos a vernos cuando vuelvas a Amegakure, o... Dentro de un tiempo, supongo. Algún día te enseñaré algo molón, ya verás. ¡Échale narices en el Torneo, eh!
Habían hablado de muchas cosas, y por supuesto también del Torneo de los Dojos. Ahora, Daruu se sentía mucho más animado con respecto al evento, aunque aún se sentía intimidado, por supuesto.
—¡Claro! Intentaré dar lo mejor de mí...
—¡Hasta otra!
—¡Adiós!
—¡Adiós, Ichigo-san!
Ichigo se despidió de ellos con un ademán y desapareció dejando tras de sí una pequeña nube de humo. Daruu se preguntó cómo hacían los ninjas para hacer eso. Se prometió que algún día también aprendería a moverse así de rápido.
—Bueno, Daruu... ¿Qué mejor manera que cumplir tu palabra de dar lo mejor de ti que empezando con la segunda fase del entrenamiento? —preguntó su madre.
—¡Claro! ¿También en la cocina? —intuyó.
—Somos cocineros, hijo —contestó Kiroe—. ¿Qué esperabas?
Daruu sonrió y entró en la cabaña junto a su madre.
—¿Preparado para amasar pizza, cariño?
A Daruu le entristecía, porque sabía que lo único malo que había hecho había sido abandonar la aldea. Pero uno no abandona una villa así como así, y aunque el crimen por desertar era menor si no se había causado mal alguno y si no cargabas secretos importantes sobre tus hombros, no creía que Yui-sama se hubiese tomado demasiado bien que sólo hubiese dejado una carta como despedida. Al fin y al cabo, siempre podría haber pedido permiso para vagar en libertad, siempre podría haber renunciado. Pero no dio la cara, y según Kiroe, Yui detestaba a los cobardes.
—Buena suerte, Ichigo —se despidió su madre—. ¡Recuerda darle la carta a Yui! Eso la aplacará. Creo...
Ichigo rió.
Nada me va a librar ya de unos mesecitos entre rejas —admitió—. Por si acaso, me aseguraré de que los guardias avisen a mis seres queridos que he vuelto antes de que vuelvan a sus puestos. Así tendré visita. Y podré disculparme por abandonarlos.
—¡Hasta luego, Ichigo-san! —exclamó Daruu, zarandeando la mano en un gesto de despedida.
—Venga, chico. Volveremos a vernos cuando vuelvas a Amegakure, o... Dentro de un tiempo, supongo. Algún día te enseñaré algo molón, ya verás. ¡Échale narices en el Torneo, eh!
Habían hablado de muchas cosas, y por supuesto también del Torneo de los Dojos. Ahora, Daruu se sentía mucho más animado con respecto al evento, aunque aún se sentía intimidado, por supuesto.
—¡Claro! Intentaré dar lo mejor de mí...
—¡Hasta otra!
—¡Adiós!
—¡Adiós, Ichigo-san!
Ichigo se despidió de ellos con un ademán y desapareció dejando tras de sí una pequeña nube de humo. Daruu se preguntó cómo hacían los ninjas para hacer eso. Se prometió que algún día también aprendería a moverse así de rápido.
—Bueno, Daruu... ¿Qué mejor manera que cumplir tu palabra de dar lo mejor de ti que empezando con la segunda fase del entrenamiento? —preguntó su madre.
—¡Claro! ¿También en la cocina? —intuyó.
—Somos cocineros, hijo —contestó Kiroe—. ¿Qué esperabas?
Daruu sonrió y entró en la cabaña junto a su madre.
—¿Preparado para amasar pizza, cariño?
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)