11/11/2022, 01:40
Finalmente había llegado el día esperado. Un mes más tarde, todos los hermanos Kaminari se reunieron en la fecha indicada para realizar el tan esperado torneo. Estaban todos reunidos dentro del dojo de Karate, con una gorra boca arriba llena de trocitos de papel. En ella estaban los nombres de todos los presentes, junto con el de una persona más.
Aquella mañana, todos los Kaminari esperaban con impaciencia y expectación a que llegase Raijin, su padre, que igual que cada semana había ido a visitar al único Minami que todavía no había llegado a casa: Kazemaru. Durante todo el mes, aquel había sido el único chico al que no habían visto, pues por algún motivo todavía estaban investigándolo y sin importar cuántas veces le preguntasen, Raijin no podía decirles por qué.
— No parece que vaya a llegar hoy tampoco... —Comentó Ryō, desesperado.
— Espera a que llegue Raijin. —Respondió Kira, que estaba sentada justo frente al sombrero.
— Pff, llevamos ya un mes con lo mismo. ¡Kazecchi no ha hecho nada malo! —Replicó Mami, quien sorprendentemente también era capaz de preocuparse de sus hermanos.
— Espera a que llegue Raijin... —Repitió Kira, quien últimamente se estaba volviendo más paciente.
Mientras tanto, Kimi se hallaba meditando en silencio frente al cuadro del fundador del dojo Kaminari; Miki calenta y estiraba junto a Kenshin, preparada para lo que se le venía encima; Momo estaba haciendo unos entrenamientos de última hora para intentar realizar un ninjutsu, sin mucho éxito y Hotaru, como siempre, estaba echándose una siesta apartado.
¿Qué estaba haciendo Chika?
Aquella mañana, todos los Kaminari esperaban con impaciencia y expectación a que llegase Raijin, su padre, que igual que cada semana había ido a visitar al único Minami que todavía no había llegado a casa: Kazemaru. Durante todo el mes, aquel había sido el único chico al que no habían visto, pues por algún motivo todavía estaban investigándolo y sin importar cuántas veces le preguntasen, Raijin no podía decirles por qué.
— No parece que vaya a llegar hoy tampoco... —Comentó Ryō, desesperado.
— Espera a que llegue Raijin. —Respondió Kira, que estaba sentada justo frente al sombrero.
— Pff, llevamos ya un mes con lo mismo. ¡Kazecchi no ha hecho nada malo! —Replicó Mami, quien sorprendentemente también era capaz de preocuparse de sus hermanos.
— Espera a que llegue Raijin... —Repitió Kira, quien últimamente se estaba volviendo más paciente.
Mientras tanto, Kimi se hallaba meditando en silencio frente al cuadro del fundador del dojo Kaminari; Miki calenta y estiraba junto a Kenshin, preparada para lo que se le venía encima; Momo estaba haciendo unos entrenamientos de última hora para intentar realizar un ninjutsu, sin mucho éxito y Hotaru, como siempre, estaba echándose una siesta apartado.
¿Qué estaba haciendo Chika?